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REVISTA GENERAL DE MARINA JULIO 2016

TEMAS PROFESIONALES una rápida proyección, eficaz sostenimiento y autonomía de acción en toda la gama de las operaciones), estándares de adiestramiento (aumento de la instrucción y preparación de los combatientes para asumir mayores responsabilidades, desempeñar nuevas tareas y emplear sofisticados sistemas) y estilos de mando (descentralización y reorganización de los estados mayores, mayor control estratégico y político de las operaciones militares e integración de la cadena de mando militar en operaciones interagencia). Igualmente, para financiar los cambios tecnológicos, estructurales, procedimentales y orgánicos necesarios para conquistar la RMA, se estimó necesario implementar una Revolución en los Asuntos de Negocios (RBA) que, basada en la promoción de economías de escala, la centralización de los procesos de obtención de material, la simplificación de los procedimientos administrativos, el empleo de tecnologías duales o la externalización de servicios, optimizaría la gestión de la defensa y garantizaría fondos para sufragar la RMA (6). Una vez consolidados, estos cambios culminarían en una RMA que transformaría la guerra en todas sus dimensiones (tierra, mar, aire, espacio, ciberespacio e información). De esta forma, la batalla terrestre contemplaría la sustitución de las grandes unidades maniobrando lentamente por amplias líneas de frente, por pequeñas y ágiles fuerzas que, equipadas con sofisticados sistemas, integradas en red, organizadas de forma modular, altamente desplegables, fácilmente sostenibles y proyectadas para combatir en toda la gama de las operaciones, maniobrarían libremente por campos de batalla vacíos e indefinidos. Por su parte, la guerra en el mar presenciaría la desaparición de las grandes flotas oceánicas equipadas y organizadas para el combate aeronaval y antisubmarino y su sustitución por fuerzas expedicionarias que, dotadas de modernos buques, avanzados sensores y sofisticados sistemas de armas diseñados para operar en red, orientarían su actuación a la región litoral y la proyección del poder tierra adentro de forma autónoma o en apoyo a las operaciones aeroterrestres. En el caso de la guerra aérea, a corto plazo vería reforzados sus tradicionales cometidos gracias al empleo de unas poderosas fuerzas expedicionarias equipadas con sofisticados sistemas y operables en red (una aviación táctica capaz de apoyar permanentemente las unidades terrestres, una fuerza estratégica capaz de batir con precisión los centros de gravedad enemigos y una extensa flota de transporte capaz de proyectar velozmente las unidades terrestres al teatro de operaciones). No obstante, a largo plazo serían los misiles y los sistemas no-tripulados los que operarían en la invisible frontera que separa el cielo del espacio para batir cualquier objetivo situado en la superficie del planeta. Además, la (6) CARTER, Ashton, y WHITE, John (eds.) (2001): «Keeping the Edge: Managing Defense for the Future», Cambridge, MIT Press. 96 Julio


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