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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

DOCUMENTO Armas y Servicios en la Primera Guerra Mundial REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016  115  transfusiones se practicaron, en todo caso proporcionalmente escasas, mediante el método directo en el ejército alemán y muy tímidamente mediante sangre citratada en el caso de los aliados. Las razones que explican la escasez relativa de transfusiones, y extraordinariamente raras, practicadas por el método indirecto son, someramente explicadas, las siguientes: −−Se desconocía el grupo sanguíneo del combatiente. −−Ningún país había tenido la previsión de organizar un cuerpo de donantes y se aprovechaba un donante eventual, tal como un camarada del herido, un sanitario o los habitantes de localidades cercanas, en el caso de un frente estacionado. −−La persistente creencia de que la sangre fresca era netamente superior a la hecha incoagulable químicamente (con el ya conocido citrato), de la que se sospechaban desventajas y serios peligros. El resultado fue que no se decidió organizar un servicio de transfusión sanguíneo sistematizado y preparado para manipular una masa sanguínea apta para su almacenamiento, distribución y entrega donde y cuando se necesitase. Durante todo el conflicto quedaron muchos aspectos teóricos que resolver relacionados con la hemoterapia, pero lo que realmente importaba en ese momento era conseguir el modo, los medios y el personal adecuados para poner a disposición del combatiente que lo necesitara, y poco menos que en el lugar en que hubiera caído, la sangre imprescindible para su recuperación. La transfusión de guerra tuvo como característica principal la aplicación de la transfusión indirecta, de sangre estabilizada y conservada. No se conocía el medio óptimo de lograr la conservación. La conclusión fue clara: las técnicas de estabilización y conservación tenían que ser revisadas y, en su caso, modificadas. Todo eso (y mucho más) es lo que hizo nuestro compatriota Federico Durán i Jordá en nuestra Guerra Civil, quien instaló por primera vez en el mundo un banco de sangre moderno y modélico del que partía una distribución de sangre conservada hasta las primeras líneas del frente, suficientemente perfecta (véase nuestro libro Frederic Duran i Jordá: un hito en la historia de la transfusión sanguínea, Publicaciones del EME, colección Adalid, Madrid, 2005, ISBN 978-84-92814). CIRUGÍA PLÁSTICA En las trincheras se produjeron en gran número heridas faciales, y de las 8.000 sufridas por las fuerzas aliadas 3.000 resultaron ser mortales. Al principio de la guerra no existían cirujanos expertos en el tratamiento de las heridas maxilofaciales. Tan inexpertos eran en este campo los cirujanos militares que transportaban a estos pacientes en posición supina, con lo que quedaban bloqueadas sus vías aéreas, con el resultado de muerte. El gobierno británico reaccionó inicialmente contratando artistas civiles que crearan máscaras realistas con las que ocultar las desfiguraciones faciales de los curados con cicatrices más o menos horribles. Pero inmediatamente se crearon hospitales especiales para tratar estas bajas y se entrenaron cirujanos para desarrollar los necesarios tratamientos. Por su parte, los americanos llegaron a establecer cuatro hospitales especializados desde mediados del año 1917 y lograron tal eficacia con sus procederes en cirugía plástica y reparativa que Equipos de tranfusión del ejército británico fueron estándares en la Segunda Guerra Mundial.


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