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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

Hernán Pérez del Pulgar SECCIONES FIJAS REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016  129  hombres. Lo encontraremos después en Málaga, al frente de una misión que exigía un cuajo más que notable: llegar a la ciudad, entrar como emisario, dirigirse a los vecinos para instarles a la rendición y, lo más difícil, salir vivo de allí. En 1489 dirige a los castellanos en la conquista de Baza y elimina personalmente al jefe de los moros, un tal Aben-Zaid. El rey Fernando de Aragón le nombró caballero y le concedió escudo nobiliario: un león coronado (de oro sobre fondo azul) con una lanza en las garras; en la lanza, una bandera blanca con el lema «Ave María»; alrededor del león, once castillos, uno por cada jefe moro derrotado hasta entonces por nuestro hombre. Al año siguiente las tropas de Boabdil, el rey moro, sitian a Pérez del Pulgar en Salobreña. Los cristianos se quedan sin agua. Boabdil le conmina a la rendición. Entonces Hernán sale a las almenas con un cántaro en la mano, el último cántaro, y lo arroja al suelo. El gesto desmoralizó a los moros. Los castellanos atacaron y ganaron la batalla. Nuestro hombre no estuvo en la entrada de los Reyes en la anhelada capital nazarí, pero sí en los combates posteriores contra los moriscos que se refugiaron en las Alpujarras. Después se instaló en Sevilla. Se casó por segunda vez —con doña Elvira López del Arco— y se dedicó a vivir de las rentas que le proporcionaba su cargo de regidor de Loja, concedido por el Rey en premio a sus servicios. Pérez del Pulgar era un gran soldado, en todos los sentidos del término. Dicen que su lema era quebrar y no doblar, y eso lo dice todo. En su escudo se leía: «Tal debe el hombre ser como quiere parecer». Había en este soldado una profunda ética guerrera que sin duda no era exclusiva de él y que explica por qué aquella gente pudo conquistar Granada, primero, y saltar a Nápoles y Flandes después. En la hoja de servicios de nuestro caballero no solo encontramos la huella de un hombre valiente, sino, además, cualidades extraordinarias de «liderazgo, capacidad de motivación, disposición para el sufrimiento y mente clara». Ese espíritu permite entender los posteriores triunfos de la Infantería española y sirve de ejemplo a los miembros del Ejército actual. Por último, Hernán Pérez del Pulgar seguiría haciendo historia. No solo con hechos de armas, sino también con la pluma. Algunos años más tarde, ya retirado de los campos de batalla, el emperador Carlos le encargó que escribiera la historia de la conquista de Granada, y de ahí salió el Breve parte de las hazañas del excelente nombrado Gran Capitán. ¿Cómo acabó nuestro caballero? Sorprendentemente y a pesar de la vida que había llevado, murió de viejo. En 1524, cuando tenía ya 73 años, el emperador le llamó para que participara en la guerra contra Francia. Fue su última misión. Luego vino el último y largo invierno de la vejez. Falleció el 11 de agosto de 1531, a los ochenta años de edad. Se le enterró en la catedral de Granada como fue su deseo. Nadie dirá que no se lo había ganado a pulso. Escudo de Salar. El lema «Ave María» recuerda la conquista del castillo por Hernán Pérez del Pulgar


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