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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

Austria por su comportamiento durante la batalla de Lepanto, que le valió su imperecedero mote. Durante la ejecución de los trabajos técnicos, encaminados a la localización y extracción de los restos en la cripta, estuvo presente una bandera de mochila del Regimiento «Tercio Viejo de Sicilia» nº. 67, de guarnición en San Sebastián, por la circunstancia recientemente documentada y publicada de la pertenencia de Cervantes al Tercio de Sicilia, entre los años 1583-84, siendo además el Regimiento «el de San Sebastián», sede también de la Sociedad de Ciencias Aranzadi, una de las que participaba en el proyecto, así como mi pertenencia, en aquel momento, al Sicilia. El Ayuntamiento de Madrid y particularmente su, por entonces, delegado de Las Artes, Deportes y Turismo Excmo. Sr. D. Pedro María Corral 68  REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016 Corral, dentro de la necesaria divulgación mediática de la búsqueda, de gran importancia para la promoción cultural y turística de la ciudad de Madrid apoyó que, en los medios de comunicación, nacionales e internacionales, se percibiera el hecho de que Miguel de Cervantes, aparte de ser el más genial escritor de la lengua española y probablemente del mundo occidental, fue un soldado de la Infantería Española. Los trabajos fueron complejos y se prolongaron en el tiempo más de lo previsto, pero se logró finalmente el objetivo de que los restos de Cervantes estén debidamente inhumados con los honores que corresponden a aquel Genio de las Letras, combatiente en Lepanto y en muchas otras acciones militares durante sus años en filas, que siempre se consideró a sí mismo como un soldado, lo que reflejó en gran parte de sus obras y que inició el prólogo de la segunda parte del Quijote con estas palabras de respuesta a sus enemigos literarios, que le habían tachado de viejo y manco: Lo que no he podido dejar de sentir es que se me mote de viejo y de manco, como si hubiera sido en mi mano haber detenido el tiempo, que no pasase por mí, o si mi manquedad hubiera nacido en alguna taberna, sino en la más alta ocasión que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros. Si mis heridas no resplandecen en los ojos de quien las mira, son estimadas, a lo menos, en la estimación de los que saben dónde se cobraron; que el soldado más bien parece muerto en la batalla que libre en la fuga; y es esto en mí de manera, que, si ahora me propusieran y facilitaran un imposible, quisiera antes haberme hallado en aquella facción prodigiosa que sano ahora de mis heridas sin haberme hallado en ella. Las que el soldado muestra en el rostro y en los pechos, estrellas son que guían a los demás al cielo de la honra, y al de desear la justa alabanza; y hase de advertir que no se escribe con las canas, sino con el entendimiento, el cual suele mejorarse con los años.


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