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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

conocida lámina con un jinete francés muerto con su caballo en un campo de alambradas, acompañada del texto «¿Quién era aquel jinete desconocido? ¡Era la encarnación anónima y gloriosa del límite, humanamente insuperable, de la acción de un Arma». Incluso se recuerda que los jinetes franceses procedieron al entierro de las espuelas. Se decía que fue el fracaso de las tropas montadas, porque «las trincheras y las armas automáticas acabaron con ellas, la Caballería hoy no sirve». La realidad fue otra, las trincheras fueron el fracaso de un modo de hacer la guerra. Los altos Estados Mayores enfrentados esperaban que la futura contienda se desarrollara en campañas rápidas y un corto número de batallas decisivas; sin embargo, no fue así. Las grandes masas movilizadas y las nuevas armas convirtieron los combates en simples choque de frentes que se estiraban ante la imposibilidad de romperlos y penetrar, y terminaron por convertirse en luchas de muchos días donde uno avanzaba y otro retrocedía, según la acumulación de esfuerzos de cada uno. Las tropas de infantería quedaron empantanadas y la artillería, con sus gruesos calibres, fue 84  REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016 impotente. Ni esta preparó el avance, ni aquella avanzó un palmo. Ambas Armas estaban en su terreno y no fueron efectivas; en cambio, la caballería carecía del medio donde desenvolverse y, sin espacio, no podía triunfar ni fracasar; simplemente, no podía intervenir. Pero la Gran Guerra no se limitó al combate en las trincheras; cuando la caballería dispuso de terreno para maniobrar volvió a sus viejas glorias para cumplir sus tradicionales misiones. Otro de los motivos que, sin la menor duda, apoyó la sensación de fracaso que se atribuía a la caballería fueron las grandes esperanzas que se habían puesto en su acción para el éxito y rápida decisión del esfuerzo de guerra. Mucho se esperaba de las grandes y pequeñas unidades de caballería antes de estallar el conflicto en el que iban a participar las mejores tropas montadas del mundo. Alemania organizó sus tropas en el frente occidental en tres grupos de ejércitos: ala derecha, centro y ala izquierda, además de un cuarto de observación de Bélgica, constituido por nueve ejércitos. El primero, ala derecha, el más poderoso como encargado de la misión principal, tenía asignada una masa de caballería de siete divisiones, agrupadas en dos cuerpos de ejército reunidos en un solo mando. El segundo, destinado a hacer frente a la prevista ofensiva francesa entre Verdún y Luxemburgo y a contrarrestarla, recibió cuatro divisiones de caballería organizadas en dos cuerpos, y el tercero, ala izquierda, con una misión predominantemente defensiva, contaba con una sola división del Arma. Francia agrupaba sus unidades en cinco ejércitos, entre los que estaban repartidas sus diez divisiones de caballería, agrupadas en cuerpos de dos a tres divisiones. En el ejército inglés, constituido al principio por dos cuerpos de ejército, el Arma estaba representada por una división independiente y algunas brigadas divisionarias, y la caballería belga formada por otra división y algún regimiento suelto. En resumen, unos 40.000 jinetes alemanes se iban a enfrentar a 32.000 franceses, Ulano (lancero) de caballería alemana unos 4.500 ingleses y 2.500 belgas,


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