Page 95

EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900

DOCUMENTO Armas y Servicios en la Primera Guerra Mundial REVISTA EJÉRCITO • N. 900 ABRIL • 2016  95  defensivas que se fortalecían en profundidad, anulaba el poder de la artillería, ya que ocultaba todo el sistema a los observadores y dejaba en el último escalón el núcleo principal de infantería y artillería, que contraatacaría cuando el enemigo estuviera diezmado por el combate contra los primeros escalones formados por nidos de ametralladores y búnkeres de hormigón. El nuevo sistema provocó el desmoronamiento moral del ejército francés tras la ofensiva ordenada por Nivelle, que había sustituido a Joffre. Algunos autores han considerado a Ludendorff el creador de la guerra moderna. Sea o no sea así, su sistema de defensa elástica perduró hasta que la misma tecnología que había facilitado la ventaja de la defensa frente al ataque permitió desarrollar concepciones tácticas para irrumpir con seguridad en tales defensas, hecho que no ocurrió hasta 1918, aparte del derrumbe generalizado de las potencias centrales y el fin de los problemas de crecimiento del carro de combate, que vio la luz el 15 de septiembre de 1916 en el Somme. Incluso, consiguió difuminar la posición tecnológica preeminente que había alcanzado la artillería franco-británica en 1917, cuando las técnicas de información, los avances en la meteorología, la balística y las espoletas de los proyectiles permitieron a los tiradores desarrollar métodos para predecir el fuego y hacer más cortas y precisas las barreras. Al final del conflicto, la doctrina resultante para la artillería en campaña fue que su misión era batir los objetivos de la infantería y protegerlos (misiones de apoyo y protección) una vez los hubiera ocupado, aunque esta finalidad se veía a veces impedida por la dificultad de enviar órdenes rápidas a las baterías convencionales, más en el escenario de una guerra de trincheras. Pero entre 1915 y 1918 la estabilización de los frentes no estuvo exenta de enfrentamientos de baja intensidad que incumbían a pequeñas unidades a las que les era muy difícil apoyar con artillería convencional. Por ello, estas unidades debían dotarse de piezas ligeras. Fueron llamadas «artillería de trinchera», con las que batir pequeños puntos fuertes del enemigo. Una de ellas fue el mortero (su renacimiento, aunque su utilidad ya había sido estudiada en el siglo xix), cuyas características de tiro por encima de los 45º le conferían trayectorias elevadas, tiro curvo o vertical por encima de parapetos y podían batir blancos que el tiro tenso, y en algunos casos el indirecto, hacían imposible en el entorno de las trincheras. Este tipo de pieza, con el tiempo, se haría indispensable como apoyo para la infantería. En paralelo, en 1915 aparecieron unidades especializadas en ruptura, stosstruppen o unidades de asalto, concebidas como una fuerza auxiliar que abriría paso al grueso de la infantería, a las que habría que dotar de un armamento colectivo, entre ellos un cañón (infanterie geschütz o cañón de infantería) de perfil bajo, calibre ligero-medio (entre 37 y 77 mm) y tirando por elevación cero como la mejor manera para batir un nido de ametralladoras. Había nacido la artillería de acompañamiento y se habían asentado las bases para el cañón contracarro. CONCLUSIONES A LA ARTILLERÍA DE CAMPAÑA En definitiva, la artillería de la Primera Guerra Mundial fue la que en gran medida combatió en la Segunda, e incluso la aparición de nuevas formas de combate o amenazas provocó la adopción de nuevos tipos de cañones y doctrinas. No olvidemos que el empleo profuso de los aviones en combate haría aparecer la artillería antiaérea y los carros de combate, a la autopropulsada (ATP); ambas, unidas a la tecnología, se desarrollarían de forma extraordinaria en el segundo conflicto mundial. Con respecto a la dirección de los fuegos, se consolida el grupo como unidad táctica y se mantiene la batería como unidad de tiro; se dota a las divisiones de infantería de artillería y se convierte en pieza fundamental de la batalla táctica y estratégica la artillería de cuerpo de ejército, considerada el arma del mando, «capaz de hacer sentir su voluntad durante toda la batalla». Las misiones de la artillería se concretaban, básicamente, en dos: contrabatería y fuegos de preparación y protección, la primera para acallar la contraria y la segunda para destruir mediante el fuego el despliegue del enemigo, con objeto de que el asalto de la infantería fuera lo menos gravoso posible en sangre, y se empleaban los fuegos de protección para impedir que el enemigo pudiera contraatacar con sus reservas.


EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 900
To see the actual publication please follow the link above