Page 45

EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 899

Geografía e Historia REVISTA EJÉRCITO • N. 899 MARZO • 2016 45  La sociedad del compás y la escuadra se asocia popularmente, desde el siglo XVIII, a una forma de sociabilidad muy singular envuelta, en muchas ocasiones, por el misterio. Esta sociedad discreta, no secreta, es una de las formas institucionales de sociabilidad burguesa más antigua de la contemporaneidad universal y constituye la última sociedad iniciática de la cultura o civilización occidental, que ha sobrevivido hasta la actualidad más bien que mal, dado que hoy, en el planeta, esta particular élite sobrepasa con holgura los siete millones de personas. El compás en la masonería simboliza el mundo del espíritu, el pensamiento, el cielo, las posibilidades que conlleva el conocimiento y, deontológicamente, también viene a representar para el masón la herramienta moral de la medida exacta. La escuadra, por lo general, simboliza básicamente la rectitud moral del masón y la tierra o el mundo material donde al iniciado «le encadenan sus pasiones», por eso «el verdadero masón se encuentra siempre entre la escuadra y el compás, para expresar que está desprendido de las afecciones materiales, de las cosas terrenas y que solo anhela unirse a su celeste origen». Cualquiera que investigue sobre la historia de esta asociación verá que procede de los gremios de la construcción medieval. La masonería especulativa, tal y como la conocemos hoy, fue fundada en Londres en 1717 (en España hay que esperar hasta 1728 en Madrid). Sujeta a muchas interpretaciones y veleidades históricas, se puede intentar definir como una discreta y jerárquica sociedad con una antiquísima práctica de democracia interna, de índole iniciática y honda idiosincrasia mística o religiosa, que persigue la perfección individual (y ulterior colectiva) a través del símbolo y busca la superación ética del individuo de cara a alcanzar un mundo mejor transitando por la vía de la tolerancia, la libertad, la igualdad y la fraternidad. La tradición histórica de intransigencia en nuestro país hacia movimientos de índole liberal hizo que se combatiera con cierta vehemencia esta asociación desde ya entrado el siglo XVIII (Fernando VI la condenó en 1751 y no tuvo el beneplácito de Carlos III, pese a ser un monarca ilustrado y disponer del conde de Aranda como primer ministro) y posteriormente durante el reinado de Fernando VII, en el siglo XIX. Los militares ingleses fueron los que fundaron las primeras logias en la península ibérica, ya sea de manera transitoria (logia La Matritense, en 1728, por el duque de Wharton) o permanente (en Gibraltar, en 1731, o en Menorca, donde se contabilizaron hasta siete logias militares). Pero la masonería militar se introduce realmente en España de una forma organizada con las tropas napoleónicas, estableciéndose entre 1809 y 1813 una doble masonería bonapartista al servicio del emperador y de su hermano José, el primer gran maestre de la masonería española. Por una parte, en San Sebastián, Vitoria, Figueras, Gerona, Barcelona, Zaragoza, Talavera, Santoña, etc., se van creando logias militares integradas exclusivamente por franceses (oficiales, cirujanos y médicos de los hospitales militares, proveedores, etc.) del ejército de ocupación y que dependían directamente del gran Oriente de Francia. Por otra parte, especialmente en Madrid, se funda otra masonería también bonapartista pero de españoles al servicio del rey José I, integrada por las logias llamadas tradicionalmente El rey José I Bonaparte


EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 899
To see the actual publication please follow the link above