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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 853

los fragmentos caen sobre la Tierra y el 99,9 por ciento de los que regresan acaban desintegrados al entrar en la atmósfera. Según la NASA hasta el momento no se ha producido ningún daño material o humano en la Tierra de gravedad, aunque son habituales las noticias de restos de cohetes que aparecen en diferentes lugares, como los encontrados recientemente en España. Tradicionalmente las reentradas de grandes objetos, como la estación espacial MIR soviética (130 toneladas), la estadounidense Skylab (de 70 toneladas) o de tantos y tantos satélites, vehículos y restos espaciales se efectúa de manera controlada en una zona deshabitada y prohibida a la navegación. Está en el Océano Pacífico, al sur de la Isla de Navidad, y es conocida como el “cementerio espacial”. La otra opción empleada por los operadores es elevar los satélites que han terminado su misión hasta una “órbita cementerio” con menor actividad. Para coordinar las actuaciones contra la basura espacial, paliar la falta de leyes y dar cabida a las múltiples iniciativas, se creó en 1993 un foro internacional llamado IADC (Inter- Agency Space Debris Coordination Committe, Comité de Coordinación Interagencia Para la Basura Espacial). En él participan las principales agencias espaciales mundiales como la NASA estadounidense, la rusa Roscomos o la europea ESA. En los últimos años ha habido algunos intentos por lograr un acuerdo global, sobre todo a iniciativa de Europa, pero ninguno ha sido posible por las reticencias de las grandes potencias a que sus actividades fueran sujetas a normas internacionales que pudieran limitar sus tecnologías y operaciones militares y de inteligencia. La ONU, que lanza constantes advertencias y alertas, mantiene una intensa actividad a través del Comité para el Uso Pacífico del Espacio Exterior (COPUOS) y del Comité Coordinador entre Agencias para los Detritos Espaciales (IADC) y ha establecido una regulación para los nuevos lanzamientos, pero ésta es voluntaria y no siempre se cumple. Una demanda urgente de los operadores y las agencias espaciales es crear una arquitectura de gestión del tráfico internacional del Espacio. Un servicio de este tipo, similar al control del tráfico aéreo, necesita sistemas de medición (radares y telescopios), medios para interpretar los datos y predecir la situación en el Comos y por último, medios para producir y proporcionar información y servicios a los usuarios gubernamentales y privados, como las alertas de colisión o reentradas no programadas, sobrevuelos, planificación de operaciones o de maniobras, etc. A falta de las fuertes inversiones necesarias, la voluntad política e institucional y el acuerdo internacional no se espera una solución en años venideros. En la actualidad los daños que la basura causa a los satélites operativos se calculan en 210 millones de euros al año, cifra que aumenta si se suman las pérdidas económicas por las per- «Las naciones avanzadas, entre las que nos encontramos, dependen cada día más del Espacio para su estilo de vida, la prosperidad de su sociedad o el desarrollo económico e industrial» REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Mayo 2016 419


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