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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 330

H I S T O R I A Miguel de Cervantes, SOLDADO DE LA MAR Cte. IM Luis Carvajal Romero ESTE año 2016 se cumple el cuarto centenario de la muerte de Miguel de Cervantes Saavedra, insigne literato universal pero también militar, cuya vida y hazañas llegaron a superar las historias que él mismo narró en sus libros. Con motivo de esta conmemoración se están llevando a cabo un sinfín de eventos culturales para, al mismo tiempo que acercar los aspectos más desconocidos de su personalidad entre el gran público, lograr que el personal especializado pueda profundizar en sus obras. Ambas iniciativas son fundamentales a la hora de preservar nuestro legado histórico, aprender de él y mejorar en el futuro. Multitud de organismos institucionales y medios de comunicación han puesto el foco de atención en esta conmemoración al objeto de difundir la riqueza de la vida y obra de Cervantes entre la sociedad. Durante este año se han sucedido artículos que, de un modo u otro, ponen en tela de juicio el pasado de Cervantes como infante de marina o infante de la Armada o, al menos, no lo tienen en la debida consideración. No es tiempo de entrar en debates ni polémicas estériles sobre este asunto, que solamente enturbiarían la conmemoración en torno a este insigne escritor y militar. No obstante, resulta de justicia resaltar los lazos de unión de Cervantes con la Armada y la mar y, más concretamente, con la Infantería de Marina española, siempre con espíritu constructivo y conciliador. CERVANTES Y LA MAR Miguel de Cervantes tuvo la oportunidad de vivir en primera persona un momento convulso pero apasionante de la historia de España en la que nuestros intereses se defendían lejos de nuestras costas. Su hoja de servicios se desarrolló en la mar y en permanente contacto con este ambiente inhóspito y peligroso para el ser humano pero fundamental para su desarrollo. Desde este punto de vista, cualquier argumentación histórica que demuestre la pertenencia de Cervantes a la infantería española no tiene por fuerza que ser contraria a otra que asevere su pasado como infante de marina. Ambas pueden ser realidades complementarias que confluyen en una misma persona con una estrecha relación con la mar. No se puede obviar que Cervantes fue ante todo un soldado de la mar que combatió durante toda su trayectoria militar embarcado en galeras y galeones, en y desde la mar, con una estrecha vinculación con la Armada. Es más, ya fuera en la compañía de Diego Urbina, a partir de 1569, como en la batalla de Lepanto o en las Terceras, por poner algunos ejemplos, Cervantes combatió siempre en contacto con la mar. Hasta en la propia evidencia escrita del autor, en la que solicitaba un oficio en las Indias, hizo referencia a sus largos años de servicio en la mar y en tierra: « …Miguel de çervantes Sahavedra dice que ha servido a V.M. muchos años en las jornadas de mar y tierra que se han ofrecido de veintidós años a esta parte y particularmente en la Batalla Naval, donde le dieron muchas heridas, de las cuales perdió una mano de un arcabuzazo…», infiriéndose su pasado indisolublemente unido al ámbito marítimo. Fue tan estrecha la relación de Cervantes con la mar que, en 1587, fue designado comisario real de abastos como recaudador de especies para la Armada. No obstante, aprovechando esta conmemoración, lo más importante es resaltar el carácter universal de esta personalidad que supo compaginar la pasión por la escritura con su vocación por la carrera de las armas. Para cualquier militar debe ser un motivo de orgullo y satisfacción que esta figura de reconocido prestigio escogiera la vida militar y combatiera en las cubiertas de nuestros barcos, sin importar el tercio en el que lo hiciera. EL CUERPO DE INFANTERÍA DE MARINA El punto de partida para explicar el pasado de Cervantes como infante de marina debe buscarse en la propia fecha de creación del cuerpo, datada en el año 1537, y que fue establecida mediante Real Decreto firmado por el Rey Juan Carlos I en el año 1978. Su origen, según reflejaba el real decreto, se remonta a la disposición de la Secretaría de Guerra de Felipe II, por la que se vinculaban permanentemente a la Real Armada algunos Tercios de Infantería española que, con el nombre genérico de Infantería de Armada, combatieron por tierra y mar basados en las escuadras de galeras y galeones. Este hecho histórico debe analizarse en el contexto político y sociocultural de la época en la que se produjo para poder comprenderlo en toda su extensión. Carlos I entendió la importancia que el soldado de galera tenía a la hora de incrementar la potencia de combate de las galeras, tanto para el abordaje de las naves enemigas como en la defensa de la propia, convirtiéndose en una pieza esencial del combate naval en este ambiente. De este modo, creó en 1537 las «Compañías Viejas de la Mar de Nápoles» con cometidos específicos distintos de los de la dotación y embarcadas con carácter permanente. Este fue el verdadero germen de la Infantería de Marina actual que se tomó como punto de inicio para fijar su antigüedad. Durante el reinado de Felipe II, España era heredera de un vasto imperio que mantenía conflictos constantes con los ingleses, franceses e Imperio Otomano lo que requería de una potente flota, preparada y adiestrada, para estar en condiciones de mantener los territorios de ultramar. Esta situación llevó aparejada que, la necesidad vislumbrada por Carlos I, se convirtiera en toda una realidad disponiendo la creación de más tercios permanentemente encuadrados en la Armada como fuerza de desembarco. En este contexto de transición del siglo XVI era normal que existieran simultáneamente unidades de infantería de marina y de 62 Revista Española de Defensa Julio/Agosto 2016


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