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REVISTA ESPAÑOLA DEFENSA 329

o p i n i ó n diversas actuaciones en distintas comunidades autónomas y facultades de formación del profesorado, con muy buenos resultados. Éste es un trabajo ingente que requiere recursos y, fundamentalmente, personal preparado para esta labor. La cooperación de la comunidad educativa es fundamental. Para ello se precisan planteamientos pedagógicos adecuados a cada nivel aprovechando la misma naturaleza de conceptos como riesgo y amenaza. Tener seguridad comporta gestionar adecuadamente los riesgos para que no se conviertan en amenazas y hechos reales. Vivimos en un mundo lleno de riesgos y amenazas a distinto nivel que comporta también responsabilidades a distinto nivel, empezando por la de cada uno de nosotros. Las empresas que tienen políticas de gestión de riesgos saben que uno de los problemas a los que se enfrentan es que las unidades de la empresa tiendan a traspasar la gestión y la solución a otra unidad. Cuando en el ámbito de la defensa uno piensa que éste es un problema que ya resolverán los militares, estamos cometiendo el mismo error. Las Fuerzas Armadas son una de la principales herramientas para gestionar riesgos y amenazas, pero si no asumimos que la defensa es una responsabilidad compartida de todos los ciudadanos nuestra seguridad tendrá el peligro de que los riesgos —situaciones que es posible que nos causen un daño— se conviertan en amenazas —cuando es muy probable que estas situaciones lleguen a ser realidad— y se hagan efectivas. La responsabilidad del Gobierno es impedir que se pase de un grado a otro y para ello debe disuadir al potencial adversario para que no siga adelante. Para que la disuasión sea creíble y efectiva, además de disponer de las capacidades suficientes, es necesario que el adversario esté convencido de que, además, hay voluntad de utilizarlas. Y esta voluntad es más real cuanto mayor sea el respaldo social para actuar. Esto es más posible cuanto mayor sea la cultura de defensa. CULTURA ESTRATÉGICA Antes de entrar en unas reflexiones finales deseo introducir un nuevo concepto, el de cultura estratégica. Así como la cultura de defensa es una cuestión de percepciones, de conocimientos, de comprensión, la cultura estratégica es una cuestión de preferencias y prioridades. Su contenido viene definido por la disposición a usar la fuerza con mayor o menor rapidez y contundencia —por ejemplo, la cultura estratégica europea, en general, es más reticente al uso de la fuerza que la norteamericana o la rusa—; la preferencia por las estrategias de aproximación directa o indirecta; la preferencia por una guerra total de destrucción del enemigo o por una guerra limitada, lo cual comporta distintas reglas de enfrentamiento; la preferencia por el uso de la fuerza aérea o de la terrestre; las prioridades en las alianzas teniendo más en cuenta el compartir valores o intereses… En España, en la época moderna, sus gobernantes se han enfrentado a la disyuntiva de orientar sus prioridades hacia Europa o hacia América, hacia el Mediterráneo o hacia Europa central… Este concepto fue introducido en 1977 en un trabajo realizado por Jack Zinder, titulado Soviet strategic culture: implications for nuclear options, en el que analizaba la diferencia entre las estrategias nucleares de la URSS y de Estados Unidos, y la fundamentaba en las distintas culturas estratégicas. Investigar y desarrollar conceptos y doctrinas para profundizar desde una perspectiva española —aunque sea en el marco de los desarrollos de la OTAN y de la Política Común de Seguridad y Defensa (PCSD) de la UE— en una cultura estratégica nacional no es únicamente de interés en el ámbito militar, sino también en el de la cultura de defensa de la sociedad en su conjunto. Por ello los trabajos que realiza el Centro Conjunto de Desarrollo de Conceptos, sucesor de la Unidad de Transformación de las Fuerzas Armadas y ubicado en el Centro Superior de Estudios de la Defensa Nacional (CESEDEN), deberán ser de gran utilidad. La necesidad de definir nuevas estrategias y geoestrategias, tanto en los dominios tradicionales de tierra, mar y aire como en los nuevos del espacio o del ciberespacio, para responder a los nuevos riesgos y amenazas, puede reforzar sus resultados con el uso conceptual y analítico de la cultura estratégica. Decía el general británico sir William F. Butler en 1889, en su biografía del general Charles George Gordon: «La nación que se empeña en trazar una ancha línea de demarcación entre el guerrero y el pensador se arriesga a que un día sus batallas sean libradas por ignorantes y sus ideas sean pensadas por cobardes». REFLEXIÓN FINAL Nuestro compromiso y empeño está en desarrollar una cultura de defensa, en sentido subjetivo, en el conjunto de la población, en una opinión pública que sea consciente de los riesgos y amenazas procedentes del interior y del exterior. Nuestro compromiso y empeño está en profundizar una cultura de defensa, en sentido objetivo, que nos haga más fuertes ante los riesgos y amenazas que nos acechan en este mundo imprevisible en el que nos toca vivir. La defensa es una responsabilidad de todos para mantener nuestros valores, nuestra libertad. La seguridad no es una situación natural que nos sea concedida sino que exige esfuerzos de todos nosotros. Como está inscrito en el monumento a los combatientes en la guerra de Corea en el Mall 30 Revista Española de Defensa Junio 2016


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