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REVISTA ESPAÑOLA DEFENSA 328

Los jefes de los regimientos Córdoba X y Tercio Viejo de Sicilia depositaron la corona de laurel. Honores militares en el convento de las Trinitarias de Madrid homenaje de sus compañeros GUARDÓ en alta consideración su etapa de soldado Miguel de Cervantes. Un oficio que abrazó con intensidad y voluntad de alcanzar elevadas cotas. Nunca podremos saber cual hubiera sido su sino, si la galera Sol hubiese atracado en Barcelona sin novedad y conseguido su patente de capitán. Sí sabemos por su obra literaria de ese grato recuerdo que conservó de su pasado militar. Por ello, a buen seguro, el pasado 21 de abril gozó su espíritu contemplando el sobrio, pero sentido homenaje que le rindieron sus compañeros de armas en el lugar de su postrero enterramiento, el madrileño convento de las Trinitarias, muy cercano de su última residencia, en lo que hoy es el Barrio de las Letras de la capital y en cuyas calles, en sus pavimentos, Iván Jiménez/ DECET se pueden leer citas de los grandes autores del Siglo de Oro, entre los que figura el propio Cervantes. La ceremonia estaba prevista para las once de la mañana, pero los preparativos, aunque discretos, ya despertaban la curiosidad de viandantes y algunos vecinos de la calle Lope de Vega —punto de acceso al templo— tiempo antes. sencillez y sobriedad Una sección de honores, formada, aguardaba la llegada del jefe de Estado Mayor del Ejército (JEME), general de ejército Jaime Domínguez Buj, que presidió el acto y a quien se le rindieron los pertinentes honores momentos antes de las once. Para entonces, en el templo aguardaban ya invitados y autoridades, entre las que se encontraban la viceconsejera de Cultura y Turismo de la Comunidad de Madrid, Anunciada Fernández de Córdova; el segundo teniente de Alcalde de la capital, Alberto Blázquez; así como el concejal Íñigo Henríquez de Luna; además del director de la Real Academia de la Lengua Española, Darío Villanueva. Entre los asistentes, estaba también el responsable del Instituto de Historia y Cultura Militar, el general José C. de la Fuente, encargado de abrir el homenaje en el interior del convento trinitario. Frente a la lápida que recuerda a Cervantes, De la Fuente esbozó la azarosa vida del Príncipe de las Letras Hispanas y soldado de los tercios españoles que prestó servicio en el Mediterráneo. Las palabras del titular del Instituto evocaron la vida del infante alcalaíno y su obra literaria. En especial, su participación, siendo aún un soldado bisoño, en la batalla naval de Lepanto, en aguas del golfo griego de Patrás frente al, hasta entonces, casi incontestable imperio otomano. don quijote y sancho También tuvieron un lugar destacado sus creaciones por excelencia: el alunado don Quijote y su terrenal escudero Sancho Panza. Ambos fueron protagonistas en el homenaje musical que siguió a la alocución del general De la Fuente. La Unidad de Música del Regimiento Inmemorial del Rey nº 1 fue la encargada de interpretar sendos temas inspirados en el inmortal Quijote y a los que puso voz el cabo —y tenor solista— Jesús López Palomo. Sólo las melodías sobre don Alonso y Sancho rompían el respetuoso silencio que invadía las Trinitarias y que se hizo más elocuente tan pronto como la música dejó paso al momento central del homenaje al soldado Cervantes y todos los compañeros caídos en el desempeño de su deber. El toque de oración, en medio del respetuoso y contenido ambiente del interior del templo, entre pinturas, retablos y maderas policromadas, culminó con la llegada de la corona de laurel. Las hojas dedicadas a los héroes, ensalzadas por una cinta con el nombre de Miguel de Cervantes y los colores de la Bandera, se abrieron paso entre los asistentes portadas por dos soldados —un hombre y una mujer— hasta 14 Revista Española de Defensa Mayo 2016


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