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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 327

Cinco países: Irak, Pakistán, Afganistán, Nigeria y Siria concentran el 57 por 100 del total de atentados en este siglo, todos ellos por movimientos radicales islámicos. Terrorismo, el brazo de la guerra global No es fácil explicar qué pasa por la mente de una persona para convertirse en un asesino suicida. Antropólogos, psicólogos y estrategas llevan años estudiando el fenómeno del terrorismo islamista que, ahora, da una vuelta de tuerca más al reclutar para su locura a jóvenes de ambos sexos, a veces apenas unos crios, nacidos y criados en el seno de sociedades occidentales. Su perfil es escurridizo y sus trayectorias no están siempre claramente relacionas con el fanatismo religioso, sino más bien con ese nihilismo que procede de la inadaptación y la marginación. Buscan en el yihadismo la recuperación de su autoestima, la fuerza que aporta el grupo y un sueldo que les hace sentirse valorados. El Daesh compra su ego marchito. Las cifras sobre el constante aumento de los mercenarios para el integrismo son escalofriantes. No hay más que ver los datos sobre cómo el terrorismo se ha convertido en la principal arma de guerra del siglo XXI. Las cifras muestran claramente que sigue siendo el mundo árabe, el musulmán quien más sufre su azote si bien, como escribe el analista Sami Nair «el impacto cuando se producen en países occidentales es mucho mayor y sus consecuencias suelen ser devastadoras». Según datos del Consorcio Nacional para el Estudio del Terrorismo de la Universidad de Maryland, y del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales de Washington, en los últimos 15 años los atentados terroristas han pasado de menos de 2.000 a casi 14.000. Y las víctimas mortales se han multiplicado por nueve. Cinco países —Irak, Pakistán, Afganistán, Nigeria y Siria— concentran el 57 por 100 de los mismos. El número de muertos no suele sobrepasar el de 100. Donde más veces se ha superado es en Irak (29), Nigeria (13), Pakistán (6), India y Siria (4 en cada uno). En España y Francia ha ocurrido una vez en cada uno. Más del 90 por 100 de los atentados alcanza sus objetivos más inmediatos: el asesinato de civiles, policías, militares o funcionarios. Esta alta tasa de éxito se debe a la proliferación del uso de explosivos caseros que con frecuencia son activados por terroristas suicidas, práctica que también ha aumentado de forma considerable. El 58 por 100 de todos los ataques se realiza con explosivos y un 34 por 100 con armas de fuego; el restante 10 por 100 con otros métodos. Entre 2000 y 2014, el 40 por 100 de las acciones terroristas fueron perpetradas por grupos que no pudieron ser identificados. El 60 por 100 restante corresponde a un muy pequeño número de organizaciones: el Daesh, Boko Haram, los talibanes, Al Qaeda en Irak y la milicia islamista Al Shabaab en Somalia son autores del 35 por 100 de los ataques que se produjeron en el mundo en los últimos 15 años. Entre 2013 y 2014, el autodenominado Estado Islámico perpetró más de 750 ataques. Ghulamullah Haibi/EFE nes actuaron en la terminal de salidas y hay un tercero, aún sin identificar, que no hizo explosionar su carga). Jalid fue quien alquiló el piso en Charleroi en el que durmieron Salam Abdeslam, su hermano Ibrahim (que se suicidó en París) y otro cómplice de los ataques en Francia la víspera del 13 de noviembre. La fiscalía belga ha confirmado que existía contra Jalid una orden de busca y captura previa a lo sucedido en Bruselas, pero que nunca se llegó a cursar. Y sobre su hermano Ibrahim, las autoridades turcas habían enviado un aviso a Bruselas alertando de la vinculación de este belga con el Daesh: en dos ocasiones había sido detenido en la frontera con Siria y deportado de territorio turco. No se concedió importancia. ACCIÓN CONJUNTA Esta evidencia llevó a los titulares de Justicia e Interior de Bélgica a presentar las renuncias a sus cargos. Pero, como afirmó tras rechazarlas el jefe de su Ejecutivo, Charle Michel, «no es momento de dimisiones, sino de trabajar juntos para evitar nuevos errores». Con este fin y tan solo dos días después de los atentados, los ministros de Interior europeos se reunieron en la sede de la Unión, muy cerca de la parada de Maalbeek, para comprometerse a aplicar con celeridad lo acordado tras los atentados de París. «No necesitamos nuevos planes, sino poner en marcha sin excusas los que ya tenemos» reconoció el ministro holandés del ramo, Ronald Plasterk, cuyo país asume este semestre la presidencia de la UE. Se trata de aumentar el registro de pasajeros, controlar a los ciudadanos que entran o salen de la zona Schengen y, sobre todo, consolidar el intercambio de información e inteligencia. Los titulares de Interior también incluyeron, por primera vez, la seguridad en las centrales nucleares como medida antiterrorista. La fiscalía belga ha encontrado serios indicios para pensar que los terroristas tenían planes para atacar centrales atómicas: entre la información incautada a los yihadistas encontraron varias horas de grabaciones de un alto cargo de una central nuclear. En 2012, dos trabajadores de la planta de Doel, cerca de Amberes, dejaron su empleo para irse a combatir a Siria. 46 Revista Española de Defensa Abril 2016


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