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REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2016

TEMAS GENERALES quemar el buque, y a los pocos supervivientes los abandonaban en alguna isla desierta. No se podían permitir que estos pudieran informar a las autoridades y enviaran buques de guerra en su captura o, lo que es más importante, dar señales de debilidad. Para los piratas, las mujeres eran solamente un medio de placer y diversión, y por supuesto no eran admitidas a bordo. Esto quedaba reflejado en los diferentes códigos de conducta, por ejemplo el del capitán Bartholomew Roberts (4): «No se permitirá la entrada de ningún niño ni mujer. Si se hallara a un hombre seduciendo a una de ellas, y la embarcara vestida de hombre, se le condenará a muerte». Esta situación hace mucho más meritoria la participación de las mujeres, vestidas de hombre, a bordo de esos peligrosos barcos piratas. Se han escrito libros e incluso se han representado obras de teatro con este argumento, y probablemente esta situación ha hecho difuminar los hechos históricos concretos. De forma muy resumida, una de estas historias se puede encontrar en el caso de Mary Read y Anne Bonny, quienes son seguramente las dos mujeres pirata más famosas de la historia. Anne Bonny (Hugh F., 1972) de origen irlandés, nacida en 1705, era hija de un hacendado con grandes propiedades en las Antillas. Desde la adolescencia Anne ya era todo un carácter, una auténtica pendenciera con faldas, que con catorce años compareció ante un magistrado por rasgarle la cara a un muchacho con un cuchillo de cocina; y con 18, ya había ampliado su curriculum vitae matando en duelo a una cortesana llamada María Vargas, y arrancado la nariz de un mordisco a otra mujer en una pelea de taberna. Con tales antecedentes, Anne fue repudiada por su padre y acabó en brazos de un hombre llamado James, con quien contrajo matrimonio, y que era solamente un arribista que se casó con ella pensando que podría hacerse con la fortuna de la familia, pero al darse cuenta de que el padre no iba a soltar ni un doblón la abandonó en las calles de Jamaica. Fue en esa etapa cuando Anne conoció al amor de su vida, el pirata Jack Rackham. Se convirtió en su amante y también en su lugarteniente. Juntos asolaron todas las posesiones británicas del Caribe, y el Gobierno de Su Graciosa Majestad puso precio a sus cabezas. (4) Es muy importante dejar claro que aunque los piratas no mantenían unas ordenanzas tan estrictas como los corsos, sí debían cumplir unas normas en su barco, aun siendo piratas. Se conoce como código de conducta pirata, código pirata o Charte Partie, al acta firmada entre filibusteros para fijar las normas y castigos a ser implantados en un barco para mantener la convivencia a bordo. En términos generales, tal carta incluía el lugar y la fecha del acuerdo, nombre del barco, objetivos de la operación a realizar, reparto del botín, compensación para los piratas heridos y el establecimiento de la obediencia a los superiores. Cada tripulación pirata tenía que honrar su propio código. La solemnidad del juramento ante el escrito consistía en poner una mano en una botella de ron y la otra sobre una Biblia (también un crucifijo o un hacha de abordaje), y se firmaba con el nombre o trazando una cruz. Y es precisamente con este código con el que era castigada con la muerte la introducción de las mujeres disfrazadas de hombres a bordo. 2016 821


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