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REVISTA GENERAL DE MARINA JUNIO 2016

TEMAS GENERALES su padre en el ambiente castrense, instando a la tropa a rechazar la rendición. Ante tal postura los británicos se dispusieron al ataque, y Rafaela Herrera, cual si fuera antecesora de Agustina de Aragón, disparó un cañón, con tal tino que alcanzó de muerte al comandante de las fuerzas invasoras, lo que subió la moral de los españoles. Unido esto al plan de defensa diseñado por el teniente Juan Francisco Aguilar, que había asumido la jefatura del fuerte redoblando la defensa del castillo, se consiguió la retirada de los ingleses que, tras bajar el río hasta llegar al mar, establecieron el bloqueo del San Juan durante algún tiempo. El resultado positivo del combate consiguió mantener la soberanía española en la zona durante el resto de la Guerra de los Siete Años. La gesta de Rafaela de Herrera, considerada en Nicaragua como una heroína nacional, se mantiene entre la realidad histórica y el mito. Era una criolla española, nacida en Cartagena de Indias el 6 de agosto de 1742, hija del militar español José de Herrera y Sotomayor y de la mulata cartagenera María Felipa Udiarte; este era teniente y capitán del batallón de aquella plaza del virreinato de Nueva Granada y descendía de ilustres militares: su padre fue ingeniero militar y su bisabuelo había sido capitán general y gobernador del Río de la Plata. Cuando su hija contaba con diez años de edad, le encomendaron el mando del Castillo del Río San Juan, por lo que, al ocurrir los hechos narrados, la joven Rafaela tenía solamente diecinueve años. Estaba educada con un gran espíritu patriótico y poseía buen conocimiento de la vida castrense. Según se narra en muchos textos de historia de Nicaragua: «con propiedad y acierto montaba, cargaba, apuntaba y disparaba el cañón». Pasados los años, Rafaela Herrera se casó con un vecino de la nicaragüense Granada, de origen costarricense. Tras tener cinco hijos, quedó viuda, padeciendo muchas penalidades, por lo que se dirigió al rey Carlos III de España en solicitud de ayuda económica, lo que se materializó en la concesión de una pensión vitalicia que se le comunicó el 11 de noviembre de 1781, mediante decreto real, en los siguientes términos: «El Rey: por cuanto he sido informado del distinguido valor y fidelidad con que vos, doña Rafaela Herrera y Udiarte, viuda que al presente sois, defendisteis el Castillo de la Purísima Concepción de Nicaragua en el Río San Juan, consiguiendo a pesar de las superiores fuerzas del enemigo, hacerle levantar el sitio, y ponerse en vergonzosa fuga, pues superando la debilidad de vuestro sexo, subisteis a la fortaleza, y disparando la artillería por vuestra mano matasteis con el tercer tiro al comandante inglés en su misma tienda: realzando la acción a la corta edad de diecinueve años que contabais, no tener castellano el Castillo, ni comandante ni otra guarnición que la de mulatos y negros, que habían resuelto entregarse cobardemente, con la fortaleza a que os opusisteis con el mayor esfuerzo; en consideración, pues, a tan señalado servicio, he decidido que gocéis de pensión vitalicia... Yo, el Rey». Igualmente, con anterioridad, el 28 de octubre se había expedido otra real orden por la que se le concedían tierras propiedad de la corona, lo que así 2016 835


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