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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2016

Sanz, médico de la Armada —alcanzaría el empleo de inspector general en 1927—, como excelente pintor que fue, se especializó en temática naval, pintando gran número de cuadros de barcos de guerra y de combates en la mar, destacándose por su detallismo, gran destreza y rapidez de ejecución. En la obra que comentamos, su autor pone su imaginación al servicio de su alta consideración hacia la figura del almirante Augusto Miranda, al cual dedica su cuadro con las siguientes palabras: «Al Ilustre General Miranda y Godoy, en recuerdo de su Mando de Escuadra». Y lo firma: «I. Sanz, 1920». Otro dato que corrobora lo expuesto anteriormente es que cuando el almirante Miranda mandó la escuadra en 1918, todavía no había entrado en servicio el Jaime i, que lo haría el 20 de diciembre de 1921, por lo que podemos concluir que la escena recreada —al menos con los tres acorazados juntos— nunca tuvo lugar. En cualquier caso, el cuadro que comentamos es sobresaliente por su calidad y bellísimo en su ejecución y, como otros muchos de este egregio pintor marinista, fruto de su gran talento artístico. J. A. V. 24.963.—Bello gesto de Argentina con España Los destructores Churruca y Alcalá Galiano, que formaban parte del inicio del Segundo Programa Miranda del año 1915 (reactivado económicamente por la Ley Cortina de 1922), fueron botados en Cartagena en el mes de mayo de 1925. Con el Sánchez Barcáiztegui, botado en julio de 1926, fueron los primeros buques de la clase Churruca. En el año 1927, cando estos destructores habían superado satisfactoriamente las pruebas de mar y estaban a punto de ser entregados a la Armada, el Churruca y el Alcalá Galiano fueron vendidos a la República Argentina que, en un bello y clarísimo gesto de homenaje a España, los rebautizó con los nombre de Cervantes y Juan de Garay, en memoria de esos dos ilustres españoles, el «Manco de Lepanto», máxima figura de la MiSCELÁNEA literatura española, y el capitán general del Plata, fundador de la ciudad de Buenos Aires, dos figuras señeras de nuestra historia común. J. J. P. C. 24.964.—Arcas municipales vacías En octubre de 1827, el Ayuntamiento de Ferrol recibió un escrito del intendente general de Marina del Apostadero comunicándole que debía ingresar en la Tesorería del mismo 5.309 reales por el importe de 1.379 libras de hierro que se invirtieron en el cepo de la campana de la Iglesia Parroquial de San Julián, fundida en el Arsenal. La contestación al escrito fue: «Esta corporación se halla en el día tan sumamente escasa de fondos que por ello cuentan sus empleados al descubierto de sus sueldos desde fin de marzo último, por cuya razón no puede ni le es posible practicar el apronto de la cantidad que se le reclama ínterin no se vean con fondos suficientes al efecto». P. G. F. 24.965.—Fraile artillero Los corsarios berberiscos llegaron a extender sus dañinas correrías fuera del Mediterráneo. El 20 de abril de 1624, cinco galeones argelinos entraron en el puerto de Bayona para dar caza a tres mercantes, uno francés y dos portugueses. Apercibidos de ello los monjes del monasterio de Santa María de Oya, que estaban amurallados y artillados con algunos cañones de pequeño calibre, se dispusieron a ayudar a los buques cristianos. Un lego natural de Guadalajara, fray Pablo de Lezcano, que antes de fraile había sido soldado, apuntó con pericia una pieza, abrió fuego y acertó de lleno a la capitana corsaria, echándola a pique y provocando así la desbandada de las otras naves sarracenas. A Dios rogando y con el mazo dando. J. R. 2016 319


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