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REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2016

TEMAS GENERALES Dover a plena luz del día protegidos por la Luftwaffe. Una vez trasladadas estas fuerzas alemanas al norte de Noruega, los convoyes aliados del Ártico empezaron a tener cada vez más pérdidas. Churchill forzó al Almirantazgo a enviar el PQ-16 en mayo, incluso si eso significaba que only half the ships got through (1). Entre marzo y julio de 1942, cuatro convoyes aliados con destino a Rusia perdieron 23 de un total de 84 buques. Sin embargo, Churchill y Roosevelt insistieron en que era necesario seguir enviando destacamentos a Rusia, vía el Ártico, para mantener a la URSS en la guerra. Durante un debate en el Parlamento británico el día 1 de julio, Sir Archibald Southby, diputado conservador, levantó su voz en protesta por los continuos sacrificios de los buques aliados que seguían las rutas del Ártico en dirección a Rusia. Tres días después de este aviso, el Almirantazgo británico tomó una fatal decisión que iba a resultar uno de los mayores desastres navales de la Segunda Guerra Mundial. Si bien el convoy PQ-17 nunca habría salido a la mar si no hubiera sido por la directiva del primer ministro, también es verdad que hubo algo más que una estrategia equivocada para que el desastre alcanzara las proporciones catastróficas que resultarían finalmente. Durante el mes de junio los servicios de inteligencia aliados habían llegado a la conclusión de que los alemanes pretendían utilizar sus buques de superficie pesados para atacar al siguiente convoy, PQ-17, al este de la isla del Oso, y el Almirantazgo intentó persuadir al Gobierno británico para que pospusiera la operación hasta que las condiciones fueran menos favorables para los alemanes; pero la presión política fue mayor y se tomó la decisión de que el convoy saliera a la mar, aun cuando el Gobierno sabía que sus fuerzas navales tendrían dificultades para protegerlo en el área en que la flota de combate alemana planeaba atacarlo. Este era el error; pero aparentemente el PQ-17, al igual que su predecesor, se consideraría justificado si solamente la mitad llegaba a su destino. Si el Tirpitz iba a atacar al este de la isla del Oso, las circunstancias estarían totalmente a su favor; combatiría cerca de una costa amiga, con protección aérea de los aviones alemanes basados en las proximidades de North Cape. El convoy iría protegido por tres fuerzas diferentes. En primer lugar, la «fuerza de protección a distancia» del almirante (eventual) John Tovey, Commander-in-Chief Home Fleet, que estaría compuesta por los acorazados HMS Duke of York (buque insignia) y USS Washington; tres cruceros, el portaaviones HMS victorious y 14 destructores, que permanecerían al NE de la isla Jan Mayen. En segundo lugar, la «fuerza de protección de cruceros», al mando del contralmirante L. H. K. Hamilton, compuesta por los cruceros HMS London (buque insignia), HMS Norfolk, USS Wichita y USS Tuscaloosa, escoltados por tres destructores, USS Wainwrigth, USS Rowan y HMS Somali. Tovey (1) BEEVOR, Antony: The Second World War. Weindenfeld & Nicolson, 2012. 182 Marzo


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