Page 83

REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2016

RUMBO A LA viDA MARiNA Desde luego eso de ponerse a andar tenía sus dificultades, como las tuvo el hito de elevar el vuelo o el que otra ave, el pingüino, bajase a bucear a cientos de metros de profundidad. El modelo de todas estas conquistas estaba archivado en la planaria, pero en ella todo estaba por hacer. Por lo pronto, lo primero que tenía que saber es a dónde quería dirigirse, asunto que les importaba un bledo a las esponjas, pólipos y medusas. Pero no bastaba con que la planaria se hubiese decidido por un destino. Se imponía saber cómo llegar a él, es decir, qué rumbo tomar, o sea, en suma, que la planaria tuvo que aprender a orientarse. Pero para lograr orientarse con respecto a un punto exterior, previamente necesitaba estar orientada ella misma y, como trámite obligado, la forma globosa de los cnidarios, simétrica en todos los vientos, tuvo que ser sustituida por otra más hidrodinámica, alargada, destinada no solamente a disminuir las pérdidas de carga que produce el roce de un cuerpo al avanzar en el agua, sino también a cambiar de dirección, sentido y profundidad. Todo un reto de ingeniería fisiológica. Pero la citada orientación no se podía hacer al tuntún, sino que, como condición sine qua non, había que concretar en el alargado cuerpo de la planaria una parte que fuese anterior con respecto a otra que fuera posterior. Ese era el quid de la cuestión porque a partir de ambas referencias podríamos trazar ya el eje de simetría bilateral que divide un cuerpo —como el nuestro— en dos mitades iguales, cada una de ellas reflejo especular de la otra, una estereoscopia hasta entonces desconocida en el reino animal, pero que a partir de la planaria se haría imprescindible en todos los seres que se mueven (que nos movemos). Pero si con estas premisas es verdad que el concepto geométrico de la bilateralidad quedaba definido, también es cierto que la planaria aún no había terminado de orientarse porque seguía sin saber si iría hacia adelante o hacia atrás, duda que resuelve la evolución reconociendo como preferente la parte anterior, ahora transformada en delantera al concederle el honor de ser la primera del cuerpo en avanzar. Pero esta vanguardia, un tanto discriminatoria, tampoco se hizo de forma caprichosa o al azar, sino que vino impuesta porque en el incipiente proceso de cefalización que tratamos de describir es donde la naturaleza situó el cerebro y los órganos de la boca, de la visión, del oído y el equilibrio (o sus esbozos en la planaria), que eran los destinados a ponerse en contacto con su destino en el medio ambiente, con el objetivo de analizarlo convenientemente y generar las decisiones pertinentes, convalidando una retaguardia corporal al situar los órganos reproductivos y el ano en la parte trasera o caudal. Y una vez marcada esta polaridad surgen inevitablemente un lado derecho y otro izquierdo y, sin haber cursado un máster en cálculo vectorial, la naturaleza sabiamente completó la topografía de la planaria aclarándole la duda acimutal de si su cuerpo subía o bajaba al deducir en él una parte superior y su opuesta inferior, sinónimas de las zonas dorsal y ventral o abdominal que presentan todos los animales que sucedieron a la planaria. Con dicho esquema corporativo, la planaria y todos sus sucesores quedaban definitivamente orientados en las tres dimensiones del 258 Marzo


REVISTA GENERAL DE MARINA MARZO 2016
To see the actual publication please follow the link above