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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 858

venir, defenderse, recuperarse de ciberataques enemigos, sentando así las bases de la Ciberdefensa 2.0: se instó al Consejo del Atlántico Norte a desarrollar una nueva Política de Ciberdefensa que sustituyera a la de 2008, se elevó la categoría de los ciberataques hasta el punto de poder ser constitutivos de la activación el Artículo 5 del Tratado de Washington; se avaló el valor de la ciberdefensa para la consecución de la defensa colectiva, la gestión de crisis y la seguridad cooperativa (las tres labores básicas de la OTAN identificadas en el Concepto Estratégico de 2010) y se desarrolló el Paquete de Capacidades de Lisboa para subsanar las carencias más importantes. Además, con el fin de asistir a los miembros en materia de protección y respuesta, se establecieron dos Equipos de Reacción Rápida (Rapid Reaction Teams – RRT) para hacer frente a crisis cibernéticas que afecten a la Alianza, así como de apoyar subsidiariamente a las redes nacionales en caso de ciberataque. Aunque proporcionan una limitada asistencia técnica (ayudando a proteger o restablecer los sistemas y coordinar la respuesta), los RRT tienen un fuerte valor político al afianzar el compromiso de la Alianza a la hora de apoyar sus propios sistemas y a los de los aliados. La aprobación de la nueva Política de Ciberdefensa en 2011 no solo permitió que ésta pasara a formar parte del proceso de planeamiento de la defensa aliada para identificar, generar, priorizar y presupuestar las capacidades necesarias para lograr los objetivos de ciberdefensa de la organización, sino que ésta también se incluyó –durante la Cumbre de Chicago de 2012– en la Smart Defence que, basada en la priorización del gasto, la cooperación tecnológica y la especialización nacional, pretende establecer sinergias entre los veintiocho para generar las capacidades militares aliadas necesarias para los conflictos futuros en este marco de crisis económica. Ese mismo año, como fruto de la fusión de varias agencias de la Alianza, se creó la Agencia de Comunicaciones e Información de la OTAN (NATO Communications and Information Agency – NCIA) con el fin de armonizar e integrar los sistemas y capacidades C4ISR de la organización. Aunque parecía que la OTAN se había tomado muy en serio la consolidación de su vertiente cibernética, en 2013 se produjo una llamada de atención a los aliados porque muchos parecían haber adoptado una postura de free-riders para aprovecharse de las cibercapacidades aliadas sin la necesidad de invertir en sus ciberdefensas nacionales8. En efecto, en la Reunión de Ministros de Defensa de octubre no solo se resolvió la necesidad de mejorar las capacidades cibernéticas nacionales, que deben ser compatibles con las de la OTAN y los demás aliados; sino que también recordó a los veintiocho que las capacidades de ciberdefensa aliadas cubren las necesidades operativas del Cuartel General, la Estructura de Mandos y sus organismos asociados, estando a disposición de los aliados solamente en caso de necesidad9. En 2014, se aprobó la tercera Política de Ciberdefensa que, avalada políticamente en la Cumbre de Gales, actualmente se halla en proceso de implementación. Durante este encuentro, y en línea con los planteamientos del Concepto Estratégico 2010, los jefes de estado o de gobierno ratificaron que la ciberdefensa es uno de los principales elementos de la defensa colectiva, siendo también importante en las otras dos core tasks de la OTAN: gestión de crisis y la seguridad cooperativa. También se comprometieron a desarrollar las capacidades necesarias para proteger sus ciberespacios nacionales y, siguiendo la senda planteada por el Manual de Tallin10, se determinó que el Derecho Internacional también es aplicable al ciberespacio. Igualmente, para zanjar los debates surgidos en los años anteriores sobre la activación del Artículo 5 del Tratado de Washington en caso de ciberataque y la dificultad práctica de implementar esta decisión, los veintiocho acordaron que la respuesta colectiva se produciría tras examinar el ataque caso por caso. Finalmente, los gobiernos aliados acordaron mejorar la cooperación con la industria, la compartición de información y la asistencia mutua y el adiestramiento y ejercicios, sentando las bases de la denominada Ciberdefensa 3.0. Tras la Cumbre, la Alianza procedió a reforzar sus lazos con la industria lanzando el NATO Industry Cyber Partnership (NICP), una iniciativa que busca ahondar en formas de colaboración público-privada para generar –tal y como ha reconocido explícitamente Estados 928 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Noviembre 2016


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