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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 333

análisis internacional China es ya un país fundamental en la configuración del nuevo orden mundial, y un factor geopolítico capaz de alterar cualquier situación a escala global. En tal sentido cobra una importancia cardinal el proyecto de la Nueva Ruta de la Seda (NRS), en su doble vertiente: terrestre y marítima. Un designio anunciado por el gobierno de Pekín como demostración de su voluntad de asumir un papel preponderante en el escenario internacional. Esta iniciativa se conoce también como OBOR, One Belt, One Road (Una Franja, Una Ruta), o sencillamente Franja y Ruta. En chino: Yi dai-yi lu. La nueva etapa de la historia china emprendida tras la muerte de Mao Tse Tung supuso, entre otras cosas, el desarrollo de una orientación política exterior más pragmática inspirada en una serie de principios de coexistencia pacífica que pueden resumirse en el respeto a la soberanía y la integridad territorial, la no agresión, la no interferencia en los asuntos internos de otros países, y el mantenimiento de relaciones internacionales con igualdad y beneficio mutuo. La aplicación de esta doctrina tenía por meta crear un ambiente propicio en el exterior que permitiera favorecer al mismo tiempo el desarrollo interno y la integración de China en la comunidad internacional. Un cambio de rumbo que algunos analistas han calificado de «La estrategia de los 28 caracteres de Deng Xiaoping», sustentada en el mantenimiento de un perfil internacional modesto, el refuerzo de la economía en el interior, y una política paciente de «perfil bajo» en el exterior, observando con calma los acontecimientos sin involucrarse demasiado. De lo que se trataba, sobre todo, era de mostrar una imagen de China como potencia no agresiva y responsable, comprometida con el mantenimiento de la seguridad y cooperación internacionales. Algo que se reflejaría en la práctica con la adhesión a la Organización Mundial de Comercio (OMC) en 2001, la apertura económica a Occidente y la normalización de relaciones con países de su entorno, como Singapur, Indonesia, Vietnam y Corea del Sur. NUEVO MILENIO Desde la llegada de Xi Jinping al liderazgo del Partido Comunista Chino (PCCh) en 2013, las relaciones de China con Rusia y los países del centro y sur de Asia se han fortalecido notablemente. En este contexto adquiere todo su significado geopolítico la Nueva Ruta de la Seda, que podríamos definir como un haz de rutas comerciales entre China, su entorno asiático, Europa y África. Un escenario global que refleja el ascenso de China en el nuevo milenio. La NRS responde a objetivos básicos de política interior y exterior, relacionados con la seguridad nacional a largo plazo y la perspectiva de la nación china como gran potencia. Se trata de un puente estratégico con Occidente y los países en vías de desarrollo construido sobre cinco corredores económicos: China-Mongolia-Rusia; China- Asia Central/Asia Occidental; China- península Indochina; China- Pakistán; y China-Bangladesh/India/Myanmar. La culminación de este conjunto de proyectos está fijada para el año 2049, cuando se cumplirá el centenario de la fundación de la República Popular China. Una fecha que Pekín considera el inicio de una nueva era histórica de revitalización nacional, con el Sueño chino como eslogan, semejante a las que representaron los mandatos de Mao Tse Tung y Deng Xiaoping. La idea de la NRS, esbozada en 2013 y presentada oficialmente en marzo de 2015 por el presidente Xi Jinping durante una visita a Kazajistán, constituye una red integrada de grandes infraestructuras de comunicación (viarias, ferroviarias, portuarias, aéreas y telemáticas), polígonos industriales y zonas de libre comercio, que está asentada sobre dos ejes. Uno es la ruta terrestre, denominada «Cinturón Económico de la Ruta de la Seda», que conectaría China con Asia Central y Europa. El otro, la llamada «Ruta de la Seda marítima del siglo XXI», uniría la costa china con los países del sureste de Asia, Birmania, la India, el Golfo Pérsico, el Mar Rojo, el Mediterráneo y África. Esta ruta marítima podría ampliarse a Sudamérica si se hace realidad la línea de ferrocarril de 5.000 kilómetros entre el puer- Wang Ei/EFE El cambio de rumbo geopolítico chino implica la creación de bases navales y grandes infraestructuras en el exterior Noviembre 2016 Revista Española de Defensa 47


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