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ción del planeta y las mayores reservas energéticas conocidas. Para la titánica envergadura del proyecto, China ha destinado ya una inversión directa de 40.000 millones de dólares de un fondo creado en 2014 por la Administración Estatal de Comercio Exterior de China, la Corporación de Inversión, el Banco de Importaciones y Exportaciones y el Banco de Desarrollo de China. A esto se añaden otros 50.000 millones del Banco Asiático de Inversión en Infraestructuras, y una parte aportada por el Nuevo Banco de Desarrollo de los BRICS (Brasil, India, China, Rusia y Sudáfrica), con sede en Shangai, más otros fondos procedentes de acuerdos financieros bilaterales. La cuantía financiera total prevista llegará a los 1,4 billones de dólares (más que todo el PIB español) en los próximos años, de los que Pekín tiene comprometidos unos 300.000 millones de dólares para infraestructuras y créditos al comercio. Algunos observadores occidentales consideran el OBOR como una especie de Plan Marshall de China dirigido a los países de su entorno. Pero eso es algo que las autoridades chinas niegan. La Nueva Ruta de la Seda se basa en la cooperación abierta —dicen— mientras que el Plan Marshall de Estados Unidos que se aplicó tras la II Guerra Mundial, imponía condiciones políticas y descartó a los países europeos que cayeron en la órbita soviética. Lo que, según Pekín, contribuyó a la separación y desigual desarrollo de la Europa Occidental y Oriental. El OBOR—aseguran las autoridades chinas— es un plan abierto a todos los países a lo largo de la ruta, sin condicionantes políticos, dirigido al desarrollo económico y la construcción de infraestructuras. China ofrece créditos en buenas condiciones para poner en marcha la Ruta de Transporte Internacional Trans-Caspio, que la unirá con Ucrania a través de Kazajistán, Azerbaiyán, Armenia y Georgia. Esta ruta cruza en ferry los mares Negro y Caspio, sin pasar por Rusia. Los primeros trenes de mercancías llegaron en 2015 desde China a Bakú, la capital azerbaiyana. Una vez terminada, la ruta Trans- Caspio transportará unos 400.000 análisis internacional to brasileño de Açu al peruano de Ilo, desde el cual se podría llegar a China atravesando el océano Pacífico. IMPULSO ESTRATÉGICO Desde un punto de vista geopolítico, la estrategia de la Ruta de la Seda responde a las principales amenazas y variables de la política exterior de China. Permite, en primer lugar, diversificar las rutas de suministro de materias primas y energía, demasiado dependientes de la conexión marítima y la actitud vigilante de Estados Unidos, que dispone de bases permanentes en el sur de Asia y el océano Indico y mantiene estrechas Operarios etiopes trabajan en la construcción del ferrocarril ligero en Adis Abeba financiado y controlado por la Corporación de Ingeniería Ferroviaria de China. alianzas militares con Filipinas, Australia, Taiwan y Singapur. Este cinturón estratégico norteamericano, constantemente patrullado por sus flotas de guerra, podría paralizar buena parte del comercio de China y estrangular su economía. Como alternativa, el Gobierno de Pekín ha puesto en marcha el proyecto terrestre del «Cinturón Económico de la Ruta de la Seda», que enlaza Asia Central con Europa y el Golfo Pérsico a través de Rusia, Irán y Turquía, o bien contorneando el sur de Asia por Myanmar, Bangladesh y la India. La realización de estos proyectos tendría un efecto directo sobre la política interior china. Por un lado amortiguaría el desequilibrio económico entre las zonas del este del país, más desarrolladas, y el interior. Por otro, la construcción de carreteras, vías férreas, oleoductos, gasoductos y cableado de alta tecnología, impulsaría el desarrollo y reduciría la conflictividad de la provincia de Xinjiang, que tiene un alto porcentaje de población uigur musulmana y donde ha hecho su aparición el terrorismo yihadista. De esta forma, al impulsar la Nueva Ruta de la Seda, Pekín potenciará su Daniel Getachew/EFE control sobre el interior además de aumentar su ámbito de influencia regional. El gigante asiático influiría notablemente en el desarrollo de muchos países de Asia Central, Oriente Medio, sur y sudeste de Asia, y África (según lo previsto afectaría a un total de 65 países). Se trata de invertir en estados depauperados, mejorar sus infraestructuras vitales con capital y materiales chinos y garantizarse así el control sobre la zona. Estamos hablando de un área geográfica que contiene el 55 por 100 del PIB mundial, el 70 por 100 de la pobla- 48 Revista Española de Defensa Noviembre 2016


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