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REVISTA GENERAL DE MARINA OCTUBRE 2016

TEMAS PROFESIONALES El almirante Karl Dönitz era el comandante supremo de las fuerzas submarinas alemanas (tras el suicidio de Hitler ocuparía la jefatura del Estado alemán hasta la rendición) cuando ocurrió el suceso del hundimiento del Laconia. Al ser informado, emite la orden generalizada, que implicaba a varios submarinos alemanes y buques de superficie italianos que se encontraban en la zona para que acudiesen de manera inmediata para ayudar al U-156 en las labores de rescate de náufragos y supervivientes. El comandante Hartenstein además manda por radio de manera periódica la señal de socorro general en inglés. Dos submarinos alemanes acudieron a la llamada de auxilio, los U-506 y U-507. Tres submarinos alemanes recogiendo supervivientes y remolcando lanchas de salvamento toda la noche y todo el día siguiente era una preocupación para Dönitz, que se mostraba inquieto por un posible ataque aliado sorpresa. Tras la preocupación del riesgo evidente, Dönitz envía un mensaje dando instrucciones de mantener las labores de rescate, pero advirtiendo que bajo ningún concepto comprometieran su situación y no anularan su capacidad para sumergirse en cualquier momento si fuera necesario. Un avión aliado B24 Liberator que sobrevolaba la zona avistó al U-156 en el lugar del hundimiento e informó por radio de la situación, recibiendo la orden de hundir el submarino. Ante dicha situación el comandante del U-156 ordena abandonar el rescate y desembarca a los supervivientes para poder sumergirse siguiendo las instrucciones dadas (el mismo incidente ocurriría al día siguiente con otro de los submarinos). El presagio del almirante Dönitz se cumplió, y retomó la discutida orden de la Primera Guerra Mundial de no ayudar a los náufragos, transmitiendo el siguiente mandato: «Deben cesar todos los intentos de rescate de los miembros de la tripulación de los navíos hundidos, incluyendo la recuperación de náufragos, la correcta colocación de los botes salvavidas volcados y el suministro de agua y víveres.» Al finalizar la guerra, el almirante Karl Dönitz, brevemente reichspräsident de Alemania, fue juzgado en Nuremberg. La orden dada tras el suceso del Laconia fue una de las que engrosó el dosier de cargos por crímenes de guerra por el que se le juzgaba; sin embargo los jueces no lo condenaron por dicha orden. La argumentación de Dönitz para actuar como lo hizo se fundamentaba principalmente en el escenario de la contienda, la mar, que, a diferencia del combate en tierra, mantenía que la misión de un submarino no terminaba con el fin del combate directo, ya que, dada la interconexión de los mares que daba como resultado un único teatro de operaciones, junto con la evolución del radar y de la aviación, un submarino no podía asegurar su supervivencia 2016 499


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