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EJERCITO DE TIERRA NOVIEMBRE 2016

Carlos Echeverría Jesús. Profesor de Relaciones Internacionales de la UNED Las maniobras dilatorias del presidente de la República Democrática del Congo (RDC), Joseph Kabila, intentando retrasar los comicios presidenciales para prorrogar su permanencia al frente del país, están generando violencia y caos que se añaden a la que afecta a este enorme país de África Central desde hace largas décadas. ELECIONES PRESIDENCIALES EN EL HORIZONTE Aunque ya era previsible que Kabila actuara en este sentido, no hay instrumentos en manos de la sociedad congoleña para evitar dichas actuaciones, y las protestas han desembocado en violencia y en represión en septiembre, con más de cincuenta muertos en la capital, Kinshasa, y manifestaciones también en la meridional Lubumbashi. La fecha límite es el 19 de diciembre, cuando expira el mandato de un presidente que lleva ya quince años en un cargo que heredó de su padre, haciéndose necesario convocar comicios ateniéndose a lo establecido en la Constitución vigente aprobada en 2005. Esta establece, además, un máximo de dos mandatos presidenciales, y de ahí las crecientes protestas contra un Kabila que quiere perpetuarse en el poder a cualquier precio.1 Ataques protagonizados por uniformados contra sedes de partidos opositores en la capital, en el contexto de los luctuosos enfrentamientos producidos el 19 y 20 de septiembre, han cosechado críticas del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad, directamente dirigidas al régimen y a su uso desmesurado de la fuerza, utilizando a la poderosa Guardia Republicana para aplastar las protestas.2 Kinshasa es una de las ciudades más pobladas de África, y en los barrios del centro y del sur de la urbe se concentra la oposición a Kabila. Kabila llegó al poder con 29 años en 2001, justo después de que su padre, Laurent Desiré Kabila, fuera asesinado por uno de sus guardaespaldas. Si 120  REVISTA EJÉRCITO • N. 908 NOVIEMBRE • 2016 turbulentos fueron sus inicios de mandato, los tres lustros pasados desde entonces lo han seguido siendo. No ha resuelto la inseguridad endémica que azota al país desde su independencia en 1960 y esa oposición, a la que se ha encargado de dividir y debilitar, es cortejada ahora para que le permita retrasar la fecha de los comicios, una maniobra para perpetuarse en el cargo. A diferencia de sus vecinos Ruanda, Burundi y República Popular del Congo, donde sus homólogos han buscado recientemente fórmulas menos provocadoras para intentar también perpetuarse en el poder —Paul Kagame organizó un referéndum en Ruanda—, Kabila apela directamente a una falta de fondos, dada la caída de ingresos del Estado por los bajos precios de las materias primas, que impediría celebrar las elecciones a tiempo, es decir, en noviembre. Apela también a las dificultades técnicas, que harían necesario contar con al menos hasta julio de 2017 para elaborar un censo en este enorme país de 80 millones de habitantes, pero tales dificultades podían haberse previsto antes y se podría haber actuado en términos administrativos con margen. INCREMENTO DE LA VIOLENCIA DENTRO Y FUERA DEL PAÍS Extender su mandato unos dos años, que es a lo que aspiran Kabila y sus seguidores, permitiría seguramente acometer una reforma constitucional que introdujera un tercer mandato presidencial, práctica esta que ya han seguido varios mandatarios en el mundo actual. Kabila propone a la oposición crear un gobierno de unidad nacional transitorio, sobre la base de un diálogo nacional que la oposición considera una trampa, y ello porque dicha fórmula supondría aceptar tácitamente la permanencia del presidente en su puesto durante dicho período. UNA VIOLENCIA ENDÉMICA QUE AÚN PUEDE AGRAVARSE El principal partido opositor, la Unión para la Democracia y el Progreso Social, liderado por Etienne Tshisekedi, llama a movilizaciones masivas diarias durante los próximos tres meses, para frenar los intentos de Kabila de secuestrar la democracia. Thisekedi volvió al país a fines de julio tras pasar casi dos años en Bruselas para recibir tratamiento médico, y parece estar en condiciones de liderar VIOLENCIA CRECIENTE EN LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO


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