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EJERCITO DE TIERRA NOVIEMBRE 2016

que tiene evidentemente un trasfondo más hondo, pues sin una previa formación intelectual más completa no considero posible que hubiera llegado a la profundidad de su obra, escondida entre aventuras y disparates. EL QUIJOTE El Quijote es un sueño. Hay un mundo de aristócratas ociosos y burlones, de reinas desposeídas de sus dominios, de doncellas averiadas, de dueñas doloridas, de magos malignos encantadores, de galeotes encadenados, de gigantes que aterrorizan la tierra y de grandes ejércitos que se aprestan a una lucha cruel. El mundo está mal y Cervantes sueña a un héroe que lo salve, que lo enderece con la fuerza de su brazo a golpe de lanzón y de espada. Hay como un poso de amargura en la descripción del mundo y una esperanza de salvación, aunque nos parezca que su obra es solo el relato de una serie de disparates. El Quijote es un sueño de libertad, aunque su ensoñación fuera la de un pobre loco que quiere escapar de lo que le circunda: «la libertad, Sancho, es uno de los más preciosos dones 86  REVISTA EJÉRCITO • N. 908 NOVIEMBRE • 2016 que a los hombres dieron los cielos; con ella no pueden igualarse los tesoros que encierra la tierra ni el mar cubre; por la libertad, como por la honra, se puede y se debe aventurar la vida, por el contrario el cautiverio es el mayor mal que puede venir a los hombres»2. Después, en su Discurso de las armas y las letras, insistirá: «La milicia tiene como misión la defensa de la libertad, uno de los más preciosos dones que a los hombres dieron los cielos». También la defensa de la libertad formaba parte de su pensamiento militar, y no estaba en el siglo xix. Como también es un sueño su discurso a los cabreros sobre la edad dorada, «en la que en ella vivían ignoraban estas dos palabras de tuyo y mío..., todo era paz entonces, todo amistad, todo concordia»3. EL DISCURSO DE LAS ARMAS Y LAS LETRAS Habría que empezar este comentario al famoso discurso señalando qué se entendía por «letras» en tiempos de Cervantes. Si acudimos al diccionario de Sebastián de Covarrubias, editado en 1611, veremos la utilización de esa palabra con un doble significado. Por un lado define que «hombre de letras es el que es versado en buenos autores cuyo estudio claman por otro nombre, letras de humanidades». Por otro lado, señala que «letrado es el que profesa letras y se han alzado con este nombre los juristas abogados». En nuestros días sigue llamándose «letrados» a los abogados y también hay letrados del Consejo de Estado o de Las Cortes que no son defensores, sino grandes conocedores de las leyes y la jurisprudencia. Creemos, pues, que cuando Cervantes cita «las letras» se refiere al mundo del Derecho positivo, al de las normas escritas por una soberanía que rigen las relaciones humanas, y no al de la literatura, a la que llama «letras humanas» en su conversación con el Caballero del Verde Gabán. Tampoco voy a reproducir aquí el famoso discurso que tuvo lugar en la venta mientras conversaban Luscinda, Dorotea, Cardenio, etc., pero sí quiero centrarme en las ideas expresadas en los capítulos XXXVII y XXXVIII de la primera parte del Quijote. Cervantes comienza señalando el hambre y la penuria en las vidas del estudiante y del soldado: Don Quijote y Sancho. Grabado de Gustavo Doré


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