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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 909

Seguridad y Defensa REVISTA EJÉRCITO • N. 909 DICIEMBRE • 2016  9  Segunda era nuclear El mundo contemporáneo poco tiene que ver con el de la destrucción mutua asegurada. Estamos inmersos en la segunda era nuclear7, caracterizada por más de dos actores nucleares importantes, arsenales nucleares reducidos, protagonismo de armas estratégicas convencionales y gran importancia de los sistemas defensivos (principalmente escudos antimisiles). Aunque es verdad que en los tiempos de la Guerra Fría había países, como Francia o Reino Unido, que tenían arsenales nucleares de cierta importancia, lo cierto es que, en comparación, los enormes arsenales y capacidades que tenían las dos superpotencias los hacían casi irrelevantes a la hora de influir en la disuasión estratégica global. Sin embargo, a medida que se fueron implementando los tratados de reducción de armamentos se llegó a una situación en la que, con el New START (Strategic Arms Reduction Treaty), Rusia y EEUU solo tienen unas 1.550 cabezas nucleares cada una (frente a las decenas de miles de décadas anteriores). Además, con la expansión previsible de los arsenales nucleares y balísticos chino, indio, pakistaní, etc., entre los próximos 10 o 20 años se llegará a una situación en la que la disuasión nuclear mundial ya no tendrá que dirimirse solo entre dos países, sino que tendrán que tenerse muy presentes las capacidades nucleares de algunos países más. Basta con hacer el siguiente experimento mental para darse cuenta de las implicaciones. Durante la Guerra Fría la destrucción mutua entre dos superpotencias era casi el único cálculo que se planteaba en la disuasión mundial, y se llegaba siempre a la conclusión de que nadie podía ganar una guerra. Sin embargo, si en un futuro estalla una guerra limitada entre Pakistán e India, teniendo esta última algo más de 1.000 cabezas mientras China, Rusia y EEUU cuentan con unas 1.550 cada una, podría darse el caso en el que China amenazara a India (para evitar que ganara la guerra), por lo que tendríamos una circunstancia en la que China (1.550 cabezas) se enfrentaría a India, EEUU y Rusia (tradicional aliado de India) con 4.100 cabezas en total, y quedarían los chinos en total inferioridad. La proliferación y el perfeccionamiento de las armas de precisión, un mayor alcance y la mejora de los sistemas de información hacen posible que ahora se puedan atacar muchos objetivos de un golpe, con una gran precisión, a miles de kilómetros de distancia. Dichas capacidades permiten atacar los arsenales e infraestructuras nucleares de cualquier país nuclear de manera no nuclear o con armas nucleares de pocos kilotones. Como los arsenales nucleares ahora son de pequeño tamaño, es mucho más sencillo llevar a cabo un ataque contra las fuerzas nucleares del adversario y destruir un alto porcentaje de su arsenal. Además, dado que los sistemas antimisiles son cada vez más comunes y efectivos, se puede llegar a una situación en la que el pequeño porcentaje de armas supervivientes podría ser anulado por dichos escudos antimisiles. Es decir, en la segunda era nuclear es y será factible que potencias nucleares se ataquen y desarmen entre sí sin que ello signifique la destrucción mutua asegurada. La estrategia nuclear no tiene el efecto moderador y apaciguador del que hablaba Gaddis en The Long Peace. Menor hostilidad ideológica entre las grandes potencias La polarización entre grandes potencias (la hostilidad e inquina entre ellas) es uno de los factores que caracteriza los sistemas internacionales. Históricamente, en las épocas en que había una fuerte hostilidad ideológica, como durante las guerras napoleónicas, el sistema internacional era mucho más violento respecto a épocas en las que apenas se daba dicha hostilidad (como las épocas inmediatamente posterior y anterior a la Revolución francesa). No obstante, ello cambió con la aparición del arma nuclear. Antes del arma nuclear las guerras de objetivos totales (destruir otra gran potencia, cambiar su forma de gobierno, orden social, etc.) solían ser muy destructivas, aunque asumibles para las mentalidades mesiánicas. Pero con la posibilidad de destrucción nuclear total las guerras de objetivos totales se volvieron un absurdo. Había mucha tensión pero no se pasaba de ahí por miedo a la destrucción mutua absoluta. Aunque la actual situación hostil entre Occidente y sus rivales (Rusia, China, etc.) tiene un componente ideológico no desdeñable (democracia liberal occidental contra el resto de formas de gobierno), el odio ideológico típico del


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