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REVISTA GENERAL DE MARINA ENE FEB 2017

TEMAS GENERALES de ser la renovada primera escuadrilla de ala fija se pensó en el teniente de navío Manuel de la Puente y Sicre, en ese momento destinado en los Grumman como TACCO, que era piloto de helicópteros y tenía cierta experiencia en ala fija, y como jefe de Mantenimiento, en el teniente de máquinas Juan Morillo. Las relaciones con el EA seguían siendo malas, y como las prácticas de vuelo debían hacerse en el RACE, dependiente del Ministerio del Aire, a todos los efectos los marinos debían considerarse alumnos civiles, y si en algún caso llegaba a saberse de dónde procedían, se había urdido la trama de que eran un grupo de amigos, casualmente oficiales de la Armada, con inquietudes personales en el vuelo y que las satisfacían con dinero de su propio bolsillo. A finales de 1964, con el título reconocido a base de horas de vuelo en avionetas Stinson 108, los oficiales navales regresaron a sus destinos de procedencia; pero un mes más tarde, en enero de 1965, cuatro de ellos fueron destinados a la Flotilla de Aeronaves, pues González Tirado había renunciado y Suárez fallecido a consecuencia de un accidente aéreo a los mandos de una avioneta. Para la consolidación de su Ala Fija, la Armada ya contaba con el factor humano, pero faltaba el material. En ese momento entra en liza la figura del ministro de Marina, Pedro Nieto Antúnez, que vivía día a día en la mesa de los consejos de ministros las restricciones que el EA imponía a la Armada, con la anuencia de Franco, que en uno de sus displicentes gestos gallegos se había manifestado al respecto para decir que «esas cosas las arreglaran entre ellos». Como digo, llegados a 2017 41


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