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Revista de Aeronáutica y Astronáutica 849

Un robot Artemis Jr. con el sistema RESOLVE para producir oxígeno en ensayos terrestres. (Foto: NASA/Joe Bibby) ar “simuladores” lunares y marcianos. Estos no sólo presentarán entornos que se parezcan a estos cuerpos astronómicos, sino también elementos que reproduzcan con la mayor fiabilidad posible aquello que nos encontraremos en ellos. Se ha creado, por ejemplo, regolito lunar y marciano artificial (JSC- 1a), que podrá ser procesado por los futuros equipos que se desarrollen. En particular, en la Luna podrá conseguirse el silicio que necesitaremos para construir células solares, así como otros metales, incluyendo hierro, aluminio y titanio. El problema es que para su extracción se necesitarán técnicas distintas a las utilizadas en la Tierra. Y dado que queremos reducir al máximo la importación de sustancias reactivas procedentes de nuestro planeta deberemos probar antes aquí, con la mayor precisión posible, las alternativas que nos proporcionen los químicos. El simulador marciano y el regolito lunar artificial permitirán demostrar la viabilidad de estas técnicas. En la práctica, en el caso de la Luna todo pasa por procesar el regolito de la superficie. En Marte también, pero la atmósfera es asimismo un recurso a explotar. Los sistemas deberían procesar de manera automática el citado regolito (o la atmósfera), y producir las sustancias que nos interesan, sin intervención humana. De este modo, sería viable lanzar sistemas de esta clase a la superficie de otros astros, con antelación a la llegada de los astronautas, para que cuando éstos alcancen su objetivo tengan ya a su disposición las materias primas deseadas. Este nivel de automatismo y producción requerirá antes un extenso programa de ensayos en la Tierra. Si una vez en la superficie de destino el sistema procesador no realizase correctamente su trabajo, la misión podría verse comprometida o incluso cancelada. Una de las tecnologías de procesamiento más avanzadas se llama “Fundición por rayo de electrones”. El sistema utiliza un rayo de esta clase para fundir en el vacío, capa a capa, el polvo de metal obtenido previamente. De forma semejante a las impresoras 3D, puede así edificar una pieza compleja, un elemento de construcción, etc. La tecnología ya está siendo probada de forma experimental. En el campo de la extracción de oxígeno en la Luna se han propuesto al menos una veintena de técnicas diferentes. Antes de comprometernos con alguna, habrá que probarlas una por una para comprobar cuál de ellas es la más eficiente y económicamente viable. Por ejemplo, además de estar presente en el agua, el oxígeno puede encontrarse en forma de óxidos de hierro. Si se calientan éstos a temperaturas por encima de los 900 grados Celsius y después se les expone a una cierta cantidad de gas hidrógeno, el oxígeno se libera fácilmente. Un mineral en especial es bastante abundante en la Luna: la anortita. Es rica en aluminio, así que puede usarse para obtener este elemento, pero también para extraer oxígeno, sílice y calcio. Puede ser procesada para crear fibra de vidrio o cerámica, todo lo cual sería útil en una base lunar. De nuevo, será necesario demostrar el funcionamiento de los sistemas automatizados que obtengan todos estos productos. La NASA está colaborando con la agencia espacial canadiense (CSA) en este campo. Su instrumento RESOLVE (Regolith and Environment Science and Oxygen and Lunar Volatile Extraction) fue empleado en la falda del volcán Mauna Kea, que actuó como análogo de la superficie lunar, para probar la extracción de oxígeno y otros elementos volátiles a partir de regolito. El sistema RESOLVE podrá ser enviado a la Luna para ensayar la tecnología. (Foto: NASA) 1072 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Diciembre 2015


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