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Revista española de Defensa 323

El SEGENTE, David Javier Santos, y el delegado del Gobierno en Cantabría, Samuel Ruíz, recorren la exposición acompañados por los organizadores. La ganadería caballar, que ha estado ligada a la historia de España desde tiempos remotos, es considerada ya desde el siglo XIV como una de las grandes riquezas del Estado. Su fomento y la mejora de la cabaña equina nacional ha sido objeto a lo largo del tiempo de numerosos estudios y disposiciones administrativas. Un hito en este desarrollo histórico fue la creación por Felipe II de las Caballerizas Reales de Córdoba, a finales del siglo XVI, con la determinación de regenerar la estirpe de caballos españoles. Se crea entonces el primer libro de registro genealógico, empresa que puede considerarse como el primer proyecto genético de la historia. LOS PRIMEROS AÑOS El Servicio de Cría Caballar como tal fue establecido en 1864, bajo el reinado de Isabel II, para proporcionar a los ejércitos los caballos que requerían. Considerando que era en el Ministerio de la Guerra —en concreto, en el Arma de Caballería— donde se encontraba el personal más idóneo para hacerse cargo de todo lo concerniente a la cría caballar, se depositó en este departamento la responsabilidad de la misma. Pocos años después se estableció la yeguada militar de Moratalla, en Córdoba, con el propósito de mantener la pureza y carácter de la estirpe de caballos españoles y de criar otras razas de las que existía una fuerte demanda social. En la actualidad, el Servicio está adscrito al Ministerio de Defensa, a través del Secretaria General Técnica. Se organiza en seis Centros Militares de Cría Caballar, ubicados en Ávila, Jerez de la Frontera y Écija, en Andalucía, Lore-Toki en San Sebastián, el ya citado de Mazcuerras, en Cantabria, y Zaragoza. Todos ellos organizan circuitos de paradas públicas de sementales, constituyendo los cuatro pilares que sustentan las yeguadas militares los centros de Jerez de la Frontera, dedicado a la cría del pura raza española y del pura raza árabe; Écija, a la del pura raza española y el hispanoárabe; Lore-Toki, tradicional en la cría del pura sangre inglés y el angloárabe, y Mazcuerras, prestigiado ya en el caballo de deporte español y en las razas de tiro, concretamente la hispano-bretona, en colaboración con el centro de Zaragoza. Los mejores caballos de las distintas razas que hoy se crían en nuestro país descienden de líneas seleccionadas y conseguidas en las yeguadas militares. No en vano, desde hace más de un siglo, son las principales suministradoras de sementales que contribuyen notablemente a la mejora de la cabaña equina española. Elena Martínez Oyarzabal Diciembre 2015 Revista Española de Defensa 59


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