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Ejército de Tierra español 897

En el caso del BPC español supuso una operación logística sin precedentes para la coalición, registrándose, en apenas 72 horas, más de 20 rotaciones de helicópteros Chinook y proporcionando más de 42 aeropalets de material militar norteamericano a la brigada 925. Una brigada al completo y perfectamente equipada que, con la recepción del nuevo material, ve incrementada notablemente su moral de combate. Ese es el resultado final, tal y como dijo el general jefe de la brigada 92, general Mokhdat: «Ayer éramos el 50% de un ejército, ahora con las nuevas armas ya somos un ejército al 100%». De este modo, la brigada 92 se convertía en la primera unidad del Ejército iraquí adiestrada por instructores no estadounidenses sino de otro país de la coalición, en este caso España. Sección de la Brigada 92 con sus nuevos fusiles ESTRATEGIA A SEGUIR: ¿MILICIA POPULAR? Las nuevas brigadas de las ISF, como la 92, adiestrada por españoles, van estando listas y poco a poco se van incorporando a las operaciones. Pero, ¿qué hoja de ruta es necesario seguir?, ¿podrá el renovado Ejército iraquí, por sí solo, alcanzar la meta asignada o volverá a ser incapaz de vencer al Da’esh y caerá de nuevo derrotado? El hecho es que el Ejército regular iraquí tiene dificultades para lograr victorias frente al Da’esh: tan pronto lo expulsan de una zona sus integrantes se reagrupan y cambian el blanco de sus 34  REVISTA EJÉRCITO • N. 897 DICIEMBRE • 2015 ataques, mostrando una extraordinaria mezcla de resistencia y capacidad de adaptación táctica y logrando consolidarse en gran parte del país, a pesar de las incursiones aéreas de la coalición. Si analizamos la complejidad de los problemas del pueblo iraquí y sus repercusiones sobre las diferentes etnias que lo componen (teniendo presente la existencia de numerosos actores nacionales, donde la mayoría de ellos no se identifican con el concepto de nación o no se sitúan en una zona estatal claramente delimitada) y valorando cómo el Da’esh afecta a la seguridad e integridad del propio Irak, se llega a la conclusión de que hace falta una nueva estrategia donde otras fracasaron. En Irak las milicias populares siempre han tenido una formidable presencia junto a las Fuerzas de Seguridad oficiales del país. Ya en 2003, tras el desmantelamiento del ejército que luchó junto a Saddam Hussein y su sustitución por el Nuevo Ejército de Irak, Paul Bremer quiso integrar dentro de las ISF aquellas milicias que habían combatido contra el dictador. De este modo, las fuerzas de los EEUU reclutaron y adiestraron no solo a las nuevas ISF, sino a multitud de milicias para combatir la incipiente insurgencia que comenzaba a asolar el país. Sin embargo, la indisciplina, los abusos de poder y el sectarismo con que actuaban estas milicias populares integradas en las ISF, y que por entonces contabilizaban un total de 40.000 combatientes, hicieron que fueran disueltas en diciembre de 2004. Durante el pasado 2014, tras el colapso del Ejército iraquí, la ocupación de gran parte del país por el Da’esh y la desbocada carrera de muchas milicias populares y tribus por hacerse con los vacíos de poder provocan que la implicación de estas unidades irregulares sea de nuevo fundamental y tengan que colaborar junto a las ISF frente a su común enemigo. En este sentido, se ha abierto el debate en torno a la formación de una Guardia Nacional que integre una serie de grupos armados (tribus suníes)


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