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Ejército de Tierra español 897

Seguridad y Defensa Bashar al Assad, presidente de Siria REVISTA EJÉRCITO • N. 897 DICIEMBRE • 2015  7  giro. Sin embargo, el acontecimiento propicio en este aspecto se produjo durante el movimiento de la Primavera Árabe, cuando las principales potencias mundiales vieron en grupos rebeldes una oportunidad para debilitar a los gobiernos dictatoriales. Estos regímenes habían estado apoyados durante décadas por las mismas potencias que prácticamente de un día para otro se convirtieron en el enemigo. La causa principal de este brusco cambio en las relaciones internacionales fue la presión social por parte de la población y algunos medios hacia las políticas de los gobiernos nacionales, por el apoyo a dictadores que no aseguraban el cumplimiento de los Derechos Humanos. En este contexto es cuando diversos grupos opuestos a los gobiernos de países del norte de África comienzan a recibir financiación y armas para combatir, como fue el caso de lo que hoy conocemos como Estado Islámico, que intervino en la guerra de Libia, la cual acabó con el derrocamiento de Muamar el Gadafi durante el año 2011. Tras el inicial triunfo de la Primavera Árabe, así como del exitoso papel que habían tenido estos grupos terroristas financiados por las potencias mundiales, se propició que se crease un movimiento de lucha frente al resto de gobiernos dictatoriales, trasladándose el foco de atención a Siria. Por aquel entonces el país ya estaba gobernado por Bashar al Assad, quien tenía un perfil similar a los derrocados Gadafi o Mubarak en lo relativo a la forma de gobierno. De la misma manera que en los anteriores casos, este Gobierno había sido apoyado por varias de las potencias mundiales durante décadas con el fin de mantener sus intereses geopolíticos y económicos en la región, especialmente Rusia, país con el que Siria ha tenido desde la Guerra Fría una cercana relación. La situación parecía que se desenvolvería de una forma similar a lo ocurrido meses atrás en países como Egipto, Túnez o Libia. Sin embargo, la realidad fue bien distinta y los acontecimientos desencadenados en Siria propiciaron que se iniciase una guerra civil que, a día de hoy, no parece tener fin y en la que han acabado interviniendo múltiples actores internacionales. De este modo el país ha quedado dividido, con el Gobierno por un lado, los grupos opositores por otro y entre ellos se encuentran los distintos grupos terroristas que intervienen en el conflicto apoyando a uno u otro en función de sus intereses o combatiendo contra ambos de forma simultánea. Desde los inicios de este conflicto el papel ejercido por el Estado Islámico, conocido como Al-Qaeda en Irak durante aquellos años, fue de gran relevancia, a pesar de que al estar sometida a las directrices de Al-Qaeda su zona de influencia debía quedar restringida a Irak. Sin embargo, el rechazo de estas órdenes y la penetración de sus militantes en territorio sirio ocasionaron que se creasen las primeras tensiones entre ambas organizaciones, las cuales desembocarían posteriormente en la ruptura total de las relaciones, pasando a ser reconocido en el año 2013 como Estado Islámico de Irak y del Levante. Por último,


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