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Revista General de Marina 269 4 nov

TEMAS GENERALES A partir de 1915 los británicos responsabilizaron además a sus servicios de información naval de toda la inteligencia, incluida la militar, debido al rumbo de guerra total que iba tomando la contienda, ocupándose de temas generales de la sociedad española y de su política, quedando subordinadas a Thoroton las redes consulares dependientes del Foreign Office, lo que en la práctica ocasionó numerosos problemas de competencias. Debían mantener relaciones con el mundo financiero, el comercio y el transporte, sobre todo el naviero, ya que precisaban del apoyo de los barcos españoles para el transporte de mercancías, desde productos agrícolas al traslado de oro al Banco de España. Independientemente de la labor de los servicios oficiales, los ingleses contaron con la colaboración de algunos personajes paradójicos, como Sir Hercules Langrishe, encargado de realizar una misión en la costa levantina española para detectar bases de abastecimiento de submarinos alemanes, que se hizo famoso por lo rumboso que era repartiendo champán entre los habitantes de la zona para conseguir sus objetivos. Pero aún más importante fue la intervención del novelista A. E. Watson, que a su labor literaria unía la de miembro de los Royal Marines. Durante los primeros años de la guerra se involucró totalmente en la labor de los servicios secretos, tras haberse mantenido navegando con un grupo de amigos por las costas del Mediterráneo español. Algunos de sus relatos se basaron en su experiencia con los servicios secretos españoles. En uno de ellos narraba cómo había descubierto fuel para el abastecimiento de un submarino alemán dentro de barriles de bicarbonato, lo que fue definitivo para descubrir a uno de estos sumergibles cuando se acercaba a la costa española en busca de combustible. En los primeros años los británicos no tuvieron unidad de acción con los servicios franceses e italianos, pero a partir de 1918 comenzaron a convocarse en Madrid reuniones conjuntas de los responsables de los tres servicios y, un poco más adelante, de los agregados navales. Al igual que había ocurrido en Alemania, Francia llegó a los prolegómenos de la Primera Guerra Mundial con unos servicios secretos recién estructurados y puestos al día de las nuevas técnicas en la materia. La inteligencia militar estaba encuadrada dentro del 2.º Bureau de l’État Major de l’Armée —Ejército—, que recuperó durante toda la contienda la labor del contraespionaje; y la civil estaba encuadrada en el Renseignements Généraux de la Police. Militares y policías mantuvieron una gran rivalidad por sus competencias en la materia, y muy pronto los primeros destacaron en la labor de interceptación y descifrado de mensajes telegráficos. En Francia en 1914 la inteligencia naval tenía un buen nivel, ya que en la reorganización del État Major de la Marine se había creado un 2.º Bureau de estadística y estudio de marinas extranjeras, y se había fundado el Service de Renseignements de la Marine, en el que se encuadró una sección responsable del estudio de las fuerzas navales de otras naciones, la defensa de costas, la coordinación de la información naval y la relación con los agregados 644 Noviembre


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