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internacional hasta el final y con éxito una estrategia unitaria electoral. Varias escenas que ilustraban de forma clara la heterogeneidad de esta fuerza opositora, donde confluyen 17 partidos que van desde la izquierda clásica hasta la democracia cristiana, y que tienen como elemento común que el país va mal. El descontento entre los venezolanos se ha extendido más allá de la oposición tradicional ganando en lugares emblemáticos como la Parroquia 23 de Enero en Caracas y Barinas, cuna de Hugo Chávez. El voto rural chavista fue quizás el que más castigó al gobierno. Los campesinos decidieron rebelarse, buscar opciones y alzar su descontento. Porque los principales elementos El líder de la oposición venezolana y actual gobernador del Estado de Miranda, Henrique Capriles, en una rueda de prensa tras conocer su triunfo en los comicios. de la popularidad chavista han sido sus resultados materiales y su confianza en un líder carismático y estos dos ingredientes han faltado desde la muerte de Chávez en 2013. Por un lado, el bajísimo nivel de popularidad del presidente Maduro, cerca del 20 por 100. Por otro, la política económica basada en la redistribución de la renta del petróleo que se ha demostrado insostenible hasta el punto de verse el gobierno en la paradoja de tener que importar petróleo y gasolina. La caída de los precios del crudo, sin embargo, no ha sido el detonante aunque ha profundizado la crisis. Una inflación galopante, la creciente escasez de bienes básicos, y la recesión ya estaban sembradas desde el año 2013. Precisamente esa escasez, ligada a la paulatina destrucción del aparato productivo, y el costo de vida son ahora los temas prioritarios de los venezolanos aunque otras preocupaciones, como el crimen, no hayan descendido. REACCIÓN INTERNACIONAL Venezuela también sufre uno de los mayores déficits fiscales, que algunos estiman en casi el 20 por 100 del PIB. Las reservas de oro y divisas han caído a su nivel más bajo en más de una década, y algunos estiman que la probabilidad de que haya un default de la deuda externa Miguel Gutierrez/EFE venezolana antes del final de 2016 es más que probable. Son muchos los que han expresado en los últimos tiempos su preocupación acerca del deterioro de la democracia y el estado de Derecho en Venezuela. El Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas, por ejemplo, ha reflejado sus inquietudes en sus últimos informes, e incluso en organizaciones más afines al gobierno venezolano, como UNASUR, hay cierto cambio en el discurso. Esta última participó en una misión electoral para estos comicios invitada por el CNE (Consejo Nacional Electoral) venezolano que no contó con la presencia de Brasil que declinó participar al no contar con las garantías suficientes para realizar una «observación objetiva e imparcial». Pocas veces tantos actores extranjeros se habían inmiscuido de forma tan notoria en un proceso parlamentario venezolano. Quizás porque nadie desea una Venezuela inestable, incapaz de cumplir sus compromisos internacionales, sin olvidar posibles riesgos como una migración económica y política o la proliferación del crimen organizado. Así, mientras que varios ex presidentes latinoamericanos encabezados por Andrés Pastrana se hicieron eco de los mensajes de la oposición, algunos dirigentes de la izquierda colombiana hicieron campaña por el compañero Maduro. Según sus conveniencias, tanto chavistas como antichavistas acogieron o repudiaron la participación tanto de personas como de entidades extranjeras en el proceso. Mientras Maduro rechazaba los llamados de la OEA (Organización de Estados Americanos) a favor de unas elecciones transparentes, la oposición los aplaudía. Y lo contrario ocurría con UNASUR, acogida por el Gobierno e impugnada por la MUD. Pero la atención prestada a estos comicios se debe también en parte a tres mujeres —Lilian Tintori de López, Mitzy Capriles de Ledezma y Patricia Gutiérrez de Ceballos— que representando a sus maridos en prisión recorrieron el mundo para lograr que los gobiernos fijaran su atención en Venezuela. Lograron una amplia solidaridad sobre todo por parte de Europa y consiguieron romper con ese aislamiento del que se quejó la oposición durante años. Ahora que las urnas se han pronunciado parece que no va a decaer ese interés por lo que ocurra en el país, aunque sólo sea porque el vuelco electoral venezolano se une al reciente en Argentina y al cuestionamiento que vive Dilma Rouseff en Brasil, con lo que el tablero latinoamericano parece cambiar de fichas. El canciller chileno, Heraldo Muñoz, ha dicho que su país está dispuesto a trabajar en el ámbito de la UNASUR para encaminar pacíficamente el proceso postelectoral que vive Venezuela, mientras que el nuevo presidente argentino, Mauricio Macri, ha asegurado que pedirá la aplicación de la Carta 58 Revista Española de Defensa Enero 2016


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