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Ejército de Tierra español 898

Capitanía General de Cuba para que se le proporcionaran más medios en forma de soldados y barcos; y por el otro, que le aprobaran su plan de llevarlo a cabo por mar en lugar de por tierra. Por fin, el 16 de octubre de 1780 pudo partir la flota desde el puerto de La Habana. Sin embargo, los contratiempos no dejaban de aparecer, en este caso en forma de tormenta tropical y fuertes mareas, a los pocos días de su salida. El resultado fue el hundimiento de una nave y la dispersión del resto. Este revés llevó a un intento frustrado de recuperación de la plaza de Mobila, por parte de los ingleses. Tras este primer fracaso, más difícil se lo pusieron desde la Capitanía de Cuba. Después de meses de intensas negociaciones en las que siempre defendió sus tesis en la importancia estratégica del lugar y el modo de atacar Pensacola, el 13 de febrero de 1781 logró zarpar nuevamente. El 18 de marzo se encontraba ya en las proximidades de la isla de Santa Rosa (en la bahía de Pensacola), y otro infortunio, en forma de motín, aparece entre sus tropas. En este caso, algunos de sus más directos colaboradores se negaron a seguirle por los peligros que acarreaba la misión (poco calado de la bahía, mareas, etc.). Gálvez decidió que ya no se podía esperar más y, al 68  REVISTA EJÉRCITO • N. 898 ENERO / FEBRERO • 2016 frente del bergantín Galveztown, inició su más heroica acción militar de entrada en la bahía al grito de «El que tenga honor y valor que me siga, yo voy delante para quitarle el miedo». A pesar del fuego recibido, procedente de las baterías inglesas, estas no consiguieron acertar a ninguno de los barcos españoles y los bergantines ingleses que custodiaban la boca del canal de la bahía se tuvieron que retirar ante la fuerte presión ejercida por los barcos españoles. Esta maniobra permitió tomar el puerto de la ciudad para asegurar el desembarco posterior de tropas en el continente. El 19 de abril, los refuerzos terrestres y marinos llegaron y de este modo se consiguió bloquear la entrada a la bahía, cortando toda ocasión de escape o de entrada de suministros por mar a los británicos. A partir de este momento se inició un periodo de fuerte hostigamiento, a base principalmente de fuegos de artillería contra las posiciones inglesas. Pensacola, defendida por varios fuertes y más de cien cañones, no pudo resistir la ofensiva de Gálvez, que consiguió el 9 de mayo romper las defensas inglesas, bajo el mando de Campbell, y tras rendir la última fortaleza (Fort George), se apoderó de la plaza. Esta victoria tuvo un significado trascendental, no solo para el imperio español sino para las colonias de Nueva Inglaterra, pues la presencia del imperio inglés en Norteamérica comenzaba a eliminarse para siempre. El 19 de octubre de 1781 se consiguió vencer definitivamente en Yorktown a las tropas británicas. La guerra de la Independencia había terminado y nacía un nuevo país. En el desfile de la victoria, un orgulloso Bernardo de Gálvez desfiló a la derecha de George Washington. Con este hecho, Estados Unidos empezaba a reconocer oficialmente la importancia que los españoles habían prestado al nacimiento de su nación. Posteriormente, en febrero de 1782, Gálvez logró hacerse de los últimos reductos ingleses en Jamaica y Nueva Providencia en las Bahamas. La Paz de Versalles, firmada en septiembre de 1783 entre Gran Bretaña, Estados Unidos, España y Francia, puso oficialmente fin a la guerra. El resultado para España fue la recuperación de la soberanía sobre Florida y el arrebato del control Último asalto español a Fort George en Pensacola


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