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Revista General de Marina 270_1

TEMAS GENERALES grandes obras. He dejado fuera el título de creador porque me parece demasiado trascendente. El historiador naval Agustín Ramón Rodríguez González, uno de cuyos artículos motiva la respuesta de Antón Viscasillas, considera a Mateo García de los Reyes el «verdadero creador del Arma Submarina». Dice «verdadero», ¿por qué necesita hacer esa aclaración? Yo creo que Rodríguez González se ve obligado a usar ese término tan subjetivo porque la creación queda siempre en el ámbito de lo inmaterial y no se consigue por un acto administrativo. La creación de un Arma como la Submarina es un acto del espíritu, del espíritu militar y marinero, del trabajo y el sacrificio de sus miembros. Mi intención no es discutir aquí sobre los logros y méritos de Augusto Miranda y García de los Reyes, merecimientos que no creo posible comparar en lo que concierne al Arma Submarina, pues ambos trabajaron en niveles bien distintos y solamente uno de ellos fue submarinista. Se podrían contrastar sus logros como ministros, que lo fueron los dos, pero esa es otra historia. Yo quiero centrarme en la palabra «creador». Con minúsculas. La Creación, con mayúsculas, es una potestad divina y únicamente puede ser obra de Dios Nuestro Señor. Creo que es por eso que, para evitar caer en la vanidad, la creación y el hecho de crear son palabras que el legislador suele evitar en documentos oficiales; esos que en el lenguaje cotidiano llamamos no obstante «de creación» de nuevas unidades o cuerpos de las FF. AA. Un ejemplo es el de la propia Ley Miranda, que da hoy lugar a la controversia: «Con el fin de dotar a la nación de los elementos necesarios para el mantenimiento de su autonomía y de la integridad de su territorio, se autoriza la organización del servicio en los submarinos, la adquisición de cuatro sumergibles y del material necesario para las enseñanzas y prácticas del personal que ha de dotarlos. ALFONSO.» O sea, que el Rey se limita a autorizar la organización de un servicio y la adquisición de material. Otro modo de evitar la inmodestia de atribuirse la creación de algo es utilizar la voz pasiva. Así se dice que «la Legión española fue creada por Real Decreto de 28 de enero de 1920, siendo ministro de Guerra don José Villalba ». Por cierto, a nadie se le ocurra decirle a un legionario que fue Villalba quien creó la legión, y no Millán-Astray. Igualmente la Guardia Civil fue creada por un real decreto presentado por el presidente de Gobierno y ministro de la Guerra Ramón María Narváez. Pero todos tenemos claro que la Guardia Civil es obra del duque de Ahumada. En el caso de la Armada se escogió a Mateo García de los Reyes, aun siendo este un «simple aunque destacado oficial» para hacer que los sumergibles adquiridos funcionasen como un Arma y tuviesen madre. Porque los barcos, 2016 7


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