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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 854

De todas las responsabilidades como UAD, el despliegue de los CECOM en operaciones reales es el que viene demandando un mayor esfuerzo al personal de la unidad. Aunque las capacidades descritas hasta ahora son las que permiten a la unidad cumplir con sus misiones, también es cierto que el GRUMOCA es conocido por todo el Ejército del Aire como el Circo Patricio. Ser capaz de atender a varios despliegues a la vez en lugares distantes demanda una sólida capacidad de transporte y el Grupo ha dispuesto de ella desde sus comienzos. Actualmente tiene más de un centenar de vehículos y remolques, más de la mitad de ellos pesados, que permiten cargar, descargar y transportar todos los medios de la Unidad. Hay que pensar que los equipos necesitan grupos electrógenos y sistemas de acondicionamiento, ello significa que también son necesarias unidades repostadoras y medios contraincendios. Por supuesto, el personal que atiende a los sistemas debe ser transportado y sus necesidades cubiertas, para lo que se dispone de autobuses, tiendas de campaña, ambulancias, cocinas, cisternas de agua, letrinas, etc. En esta capacidad de proyectar sus equipos hay que incluir al personal que opera todos esos medios de apoyo y al de protección de la fuerza. Con sus capacidades desplegables de mando y control aéreo, el GRUMOCA es una de esas unidades que distinguen a las Fuerzas Aéreas avanzadas pero ese presente no le distrae de mirar al futuro con decisión. El entrenamiento del personal es una preocupación constante y la mejora de los medios para hacerlos más adecuados al empleo que se hace de ellos y al personal disponible para operarlos y mantenerlos está presente en el día a día de todos los miembros de la unidad. En esa línea, los procesos de definición de necesidades y de elaboración de requisitos de todo material que finalmente pueda ser desplegado, tienen que contar con la participación de la unidad que dispone de la experiencia de uso sobre el terreno, con independencia de que otros organismos tengan también profundos conoci- batalla a priori totalmente perdida. El ejercicio pudo continuar sin ningún tipo de problema. DESPLIEGUE NOCTURNO Durante el ejercicio Velero del año 79, en el que se evaluaban las unidades del MATAC, se contempló un cambio de asentamiento radar nocturno. El lugar elegido fue la localidad de Carmona, en concreto en un lugar de Los Alcores cercano a los últimos edificios del pueblo. A pesar de que todo estaba coordinado, por causas diversas el convoy arribó cercana las dos de la madrugada teniendo que atravesar muchas calles del pueblo. La imagen de más de cincuenta vehículos militares por las calles a esas horas de la madrugada y de personal de campaña desplegando un campamento en sus cercanías, hizo que la centralita del Puesto de la Guardia Civil de la localidad se colapsara de llamadas telefónicas intentando averiguar a qué se debía tanto movimiento militar. La patrulla de la Guardia Civil no tuvo más remedio que acercarse al lugar de los hechos para despejar las dudas, contactando con los jefes del destacamento los cuales le informaron de que se trataba sencillamente de un ejercicio militar y que por un imprevisto de última hora no habían podido desplegar en horas diurnas. Tras la aclaración, lo que la Guardia Civil no encontró nunca fueron los numerosos “tanques” y “cañones” que varios vecinos habían asegurado ver. EL VUELO DE LA PELUCA Fue durante una visita del personal del GRUCOA al Portaaeronaves “Dédalos” como respuesta a una invitación ofrecida por el mando naval. La comisión se encontraba en el interior del buque visitando sus dependencias hasta que llegó el momento de salir a la plataforma para ver “in situ” las aeronaves; el viento era algo elevado y a un conocido suboficial que usaba peluca le salió volando ésta arrastrándose por el suelo entre los visitantes. Al coger de espaldas al personal, creyeron que se trataba de una rata por lo que los saltos y los gritos de los mismos eran significantes. El comandante del buque se giró al ver el griterío y exclamó “¡en mi barco no pueden haber ratas!” A lo que el suboficial desprovisto de su hermosa cabellera tras correr entre los compañeros y dar un potente pisotón a la misma, le respondió: “lleva usted razón mi comandante, no hay ratas en su barco, es mi pelucón”, rompiendo en carcajadas los presentes. UN REGALO AGUADO Si hay una persona a la cual el GRUMOCA debe de estarle eternamente agradecida, esa es José María Cancho, empresario extremeño de la zona de Trujillo, quién demostró en numerosas ocasiones su entrañable afecto a la Unidad y al Ejército del Aire, cediendo para que pudieran realizarse los despliegues desde sus terrenos hasta su hotel, y todo aquello que pudiera estar al alcance de sus manos, ofreciendo una generosidad inusual con el personal de la Unidad que aún perdura. Fue durante el año 1994 cuando se decidió buscar un nuevo asentamiento para llevar a cabo el ejercicio Acuario, eligiéndose como asentamiento una elevación muy próxima a la localidad de Madroñeras en la provincia de Cáceres, cerca de Trujillo. Aquel primer año hubo la coincidencia de que se unirían dos ejercicios aéreos diferentes con tan sólo dos días de separación por medio sin necesidad de un cambio de emplazamiento. Al finalizar el primer ejercicio y coincidiendo con un fin de semana, el jefe del Destacamento decidió realizar una comida de hermandad en el campamento como muestra de agradecimiento a la Guardia Civil y aquellas autoridades y personal civil de la zona que tan amablemente se habían portado con la Unidad. Entre ellos se encontraba D. José María y su esposa, el cual había cedido una buena parte del hotel que regentaba para alojar un número de personal de la Unidad. El matrimonio quedó tan agradecido por la invitación que al final de la comida cursó una invitación al jefe del Destacamento para que todo el personal que lo deseara visitaran su nueva aventura empresarial: las Bodegas “Las Granadas Coronadas”. La visita se llevó a cabo al día siguiente en la tarde-noche aprovechando las horas de descanso, y ninguno de los visitantes se esperaba la excepcional acogida que recibieron. El colofón final tras el recorrido cultural por las instalaciones lo puso un excelente ágape a base de productos extremeños y vino de sus propias bodegas. Entre el personal asistente había un oficial fiel representante de la “guasa sevillana” que durante la visita hizo amistad con uno de los operarios de la bodega. A escondidas, le pidió a éste si le podía llenar una botella con agua y precintarla como si de una auténtica botella de vino se tratara; el operario asintió y así se la hizo llegar. Sólo quedaba esco 508 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Junio 2016 dossier Panorámica BOC D


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