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naciones. Además, ofrecen el inconveniente de que la información necesita ser tratada, lo que restringe su uso en tiempo real. De ahí que se potenciara enormemente el uso de aeronaves no tripuladas (UAVs, UAS o RPAs según las distintas nomenclaturas). Pronto quedó claro que si los UAVs podían ser empleados de forma exitosa para labores de reconocimiento, también podrían emplearse para labores de combate. Durante la década de los 60, la US Navy dotó a sus destructores con miles de helicópteros no tripulados (Gyrodyne QH-50) con torpedos QH-50 DASH que eran capaces de lanzar una carga de profundidad nuclear o un torpedo con el objetivo de poner freno a la creciente flota de submarinos soviéticos. Sin embargo, esta flota de UCAVs fue desmantelada cuando el tamaño de los destructores creció y se pudo instalar ya helicópteros tripulados. No fue hasta 1970 cuando la USAF comenzó a experimentar de forma seria con este nuevo tipo de misiones, en especial orientadas a supresión de defensas aéreas enemigas (SEAD o Suppression of Enemy Air Defenses). Surgió así en 1971, el BGM-34A un drone objetivo aéreo basado en el Ryan Firebee pero dotado de un pilón con armamento en cada ala, una cámara situada en el morro y un datalink situado en el empenaje vertical de cola. Sin embargo, el proyecto resultó demasiado avanzado para su época y acabó cerrándose en 1979 tras construirse 60 UCAVs. Entre los problemas que aparecieron destacaban los de vulnerabilidad de las comunicaciones, la incapacidad de atacar objetivos sin dañar civiles y otros problemas relacionados con el comando y control. Sin embargo no es hasta la década de los 90 cuando los israelíes desarrollan un UAS plenamente operativo y capaz de realizar misiones en un entorno bélico real. Desde entonces, el avance de la tecnología israelí ha sido espectacular. De hecho, se sabe que Israel ha adaptado algunos Elbit Hermes 450 para llevar hasta 2 misiles Hellfire, el mismo que incorpora también el Predator, y se cree que están operativos desde hace ya varios años. De vuelta a Estados Unidos, en marzo de 1999, DARPA adjudicó el contrato a Boeing para construir dos 602 REVISTA DE AERONÁUTICA Y UCAVs X-45A. El primer vuelo se produjo en mayo de 2002. El programa se completó en 2006 habiendo demostrado la supresión de forma autónoma de defensas aéreas, en un programa conjunto de la USAF con DARPA. En 2003, DARPA lanza el “Joint Unmanned Combat Air System (J-UCAS)” y surge así el Boeing X-45B, como una versión de mayor tamaño capaz de transportar casi 1600 kg de armamento a una distancia de 1665 km. Sin embargo, el proyecto fue cancelado antes de que se lanzara la fabricación y los recursos redirigidos hacia el X-45C. En 2000, la US Navy adjudicó un contrato a Northrop-Grumman para desarrollar el X-47A Pegasus. Entre otras cosas, se buscaba desarrollar tecnología UCAV que pudiera operar en un entorno con una interferencia electromagnética alta como es el caso de un portaaviones así como su integración con el mando y control del buque. Su primer vuelo se produjo en 2003. Mientras tanto, en Europa, se desarrollaron varios UCAVs desde el Proteus en Reino unido, al SHARC en Suecia o al EADS Barracuda, un demostrador tecnológico desarrollado entre España y Alemania, que voló entre 2008 y 2012 y pudo demostrar tecnología cooperativa para futuros UAVs. Sin embargo, el mayor éxito se produjo en Francia con “Petit DUC”, cuyo primer vuelo se realizó en 2000, y que pronto levantó el interés de varias naciones europeas, siendo el germen del que surgió posteriormente el programa nEUROn. Este último proyecto europeo está liderado por Francia pero también participan Italia, Suecia, España, Suiza o Grecia y aprovecha, de alguna manera, la experiencia ganada por los diseñadores del Rafale, Eurofighter Typhoon y Saab Gripen en el desarrollo de cazas para evitar que ese conocimiento adquirido se acabe España tiene también participación industrial en el Neuron. Uno de los BQM-34A empleados en la década de los 70 como UCAV por la USAF.


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