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REVISTA DE AERONAUTICA Y ASTRONAUTICA 856

tro-ópticos basados en tecnología de silicio-platino y sensores de televisión de alta resolución capaces de captar imágenes en un entorno de baja luminosidad (LLLTV, Low Light Level TeleVision), la adopción del sistema de puntería avanzado LITENING, el sistema SNIPER de Lockheed Martin (que proporciona capacidad de identificación de objetivos, seguimiento –tracking– autónomo, capacidad de posicionamiento del objetivo basada en GPS y guiado de armamento en condiciones de lanzamiento standoff). Es importante mencionar que pese a que en los últimos años se ha contemplado, en mayor o menor medida, la necesidad de reemplazarlo (siendo como hemos visto anteriormente, uno de los motivos de la creación del actual programa B-21) recientemente se ha aprobado un programa de modernización de toda la flota por un valor de 11,9 billones de dólares y que afecta principalmente a la presentación de datos en cabina (HMI, Human Machine Interface), sistemas de comunicaciones y radares, descrito con mayor detalle en el apartado final de esta reseña. EL SUPERSÓNICO B-1B LANCER El B-1B es un bombardero supersónico diseñado a finales de los años 1970 y comienzos de 1980. De los tres tipos de bombarderos estratégicos de largo alcance estadounidenses, posiblemente esté fuera el de diseño y desarrollo más controvertido de todos, cuya utilidad fue cuestionada en el mismo momento de su concepción por varias administraciones. Para entender este hecho, es necesario hacer un poco de historia. El actual B-1B es, en líneas muy generales, el derivado de bombardero con capacidad de ataque a baja cota del B-1A, avión del que sólo se construyeron cuatro unidades y que fue diseñado con un perfil de vuelo y actuaciones muy diferentes a las del futuro B-1B: la penetración y bombardeo de objetivos estratégicos dentro del espacio aéreo soviético a velocidades ampliamente supersónicas (Mach 3) y altitud de 70.000 pies. La génesis del B-1A bien merecería una entrada aparte y detallada; baste señalar, por la extensión que requeriría, que durante los años 1960 fue objeto de decisiones y preferencias políticas, cuestionado como bombardero tripulado por la aparición de misiles crucero de largo alcance y, durante la década de los años 1970, sometido a la indecisión sobre la continuidad del programa, el desarrollo de sistemas de autoprotección avanzados, embrionarios de la actual guerra electrónica (EW) que aumentaron la capacidad de supervivencia del B-52 hasta límites que no pudieron ser estimados en fechas precedentes, el aumento de los costes previstos por avión (100 millones de dólares de esa década), la aparición de interceptores soviéticos con capacidad estimada de derribo de misiles crucero, y la aparición y aplicación de la tecnología Stealth en el programa ATB (Advanced Tactical Bomber) y que fue el origen del B-2 Spirit. Pese a que el B-1A de hecho voló y logró una velocidad superior a Mach 2.0, se tomaron una serie de decisiones sobre este avión que afectaron a los tres protagonistas de esta reseña: por una parte, el desarrollo tecnológico posibilitó equipar al B-52 de una suite de guerra electrónica y de sistemas de contramedidas que permitirían B-1B Lancer. (USAF). 744 REVISTA DE AERONÁUTICA Y ASTRONÁUTICA / Septiembre 2016


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