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REVISTA GENERAL DE MARINA 270-4 SUP CERVANTES

MIGUEL DE CERVANTES SAAVEDRA las Musas, se extiénden los antiquísimos blasones del Cuerpo de la Armada, en éste han de reflejarse y se reflejan los merecimientos de aquella genial personalidad, como los de todos cuantos han figurado, en su agrupación. Soldado aventajado, Cervantes, en el tercio famoso de D. Lope de Figueroa; esto es, en el tercio de la Armada del Mar Océano, uno de los primeros de la infantería de su tiempo á juicio de historiador de la milicia, asistió á la batalla naval de Lepanto; ocasión, según palabras suyas, la más alta que vieron los siglos pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros; ocasión, si no la más brillante, de las más fecundas en resultados entre las que había presenciado Europa, aun cuando más no fuera que por haber sacado á las naciones del error en que estaban, creyendo que los turcos eran invencibles por la mar. ¡Y cómo asistió! Hallábase á la sazón enfermo de calenturas, por cuyo motivo quisieron persuadirle, así el Capitán de su compañía como los camaradas, que se quedara en la cámara de la galera, mas él replicó que prefería morir peleando por Dios y por su Rey á meterse bajo de cubierta y conservar la salud con acción tan cobarde. Pidió entonces mismo al dicho Capitán, le destinase al paraje de mayor peligro y condescendiendo éste con tan nobles deseos, le colocó con 12 soldados, junto al esquife donde peleó con ánimo ejemplar, siendo después sabido que solos los de su galera mataron 500 turcos, entre ellos el Comandante de la Capitana de Alejandría y tomaron el estandarte real de Egipto. Recibió Cervantes en tan despiadada refriega tres arcabuzazos, dos en el pecho y otro en la mano izquierda que le quedó manca, de lo cual hizo honórífico mérito el resto de su vida, prefiriendo haberse hallado en la insigne jornada á tanta costa, á verse sano sin haber asistido á ella. En el viaje al Parnaso escribió: «Que al fin has respondido á ser soldado antiguo y valeroso, cual lo muestra la mano de que estás estropeado». Hizo, pues, también, pública obstentación de su modesta plaza, apreciando tanto los servicios militares como los que prestó á las Letras, si bien los de Lepanto no fueron únicos. Curado de las heridas asistió los años siguientes á las campañas de Modon y Navarino, á la expugnación de la Goleta y de Túnez y al combate de la galera Sol con tres galeotas berberiscas, por consecuencia del cual, tras heróica defensa, fué llevado cautivo á los Baños de Argel. Rescatado por gestión de la familia en 1580, se incorporó a su antiguo Tercio, que estaba en Portugal; embarcó en la Armada de D. Álvaro de Bazán, del cual hizo, adelante, merecido elogio apellidándole rayo de la guerra, padre de los soldados, venturoso y jamás vencido Capitán; y por lo pronto concurrió á sus órdenes á la batalla naval de San Miguel de las Terceras, en la que, con fuerzas muy inferiores, se alcanzó una de aquellas victorias que perpetúan el nombre de los insignes Capitanes. 80 Mayo


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