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REVISTA GENERAL DE MARINA 2016

TEMAS GENERALES una actitud coherente con la de otros armadores. Como apunta el profesor Jesús María Valdaliso, «hasta la segunda década del siglo xx la inmensa mayoría de los buques que componían la flota mercante española fueron adquiridos en el extranjero» (9). Parte de los beneficios extraordinarios obtenidos durante la Primera Guerra Mundial fueron invertidos por Echevarrieta en adquirir y remodelar los Astilleros de Cádiz entre abril y mayo de 1917. Abonó a sus propietarios 1.310.000 pesetas en efectivo. Poco antes, el empresario vasco había vendido la flota mercante de su propiedad a la naviera La Palma. En los astilleros gaditanos invirtió en la mejora y acondicionamiento de las instalaciones cerca de 3.500.000 pesetas y otros 2.500.000 más en los años posteriores. Se construyeron tres nuevas gradas, una central eléctrica y edificios de talleres, almacenes y oficinas. Se procedió a la renovación de las grúas, la maquinaria, las herramientas y el mobiliario. Solamente faltaba conseguir nuevos contratos. En octubre de 1917 se habló de la construcción de seis buques de 6.000 toneladas, que se concretó en seis vapores de 600, botados entre noviembre de 1918 y septiembre de 1919. No encontraron comprador y hubo que malvenderlos, algunos a la Compañía Vasco-Valenciana de Navegación en 1921. Después de seis nuevas construcciones para Ybarra y Naviera Bermeo, en 1922 los Astilleros de Cádiz quedaron prácticamente paralizados. Ante la falta de demanda civil, Horacio Echevarrieta intentó obtener encargos de la Armada española, contando con la colaboración técnica de Alemania (10). No solamente el industrial vasco se inclinaba por Alemania; algunos militares veían con buenos ojos un cambio de rumbo que separara a España del Reino Unido y le acercara a Alemania. El propio Primo de Rivera utilizó esta idea para obtener de unas remisas Francia y Reino Unido concesiones en sus pretensiones sobre la soberanía de Tánger (11). Para influir sobre el Gobierno, Echevarrieta contaba con la amistad personal tanto de Alfonso xIII como de Miguel Primo de Rivera. En el seno del Ministerio de Marina sus contactos eran el capitán de corbeta Daniel de Araoz y Luis Cervera y Jácome, secretario del ministro. En contra de sus pretensiones estaba la SECN, que estaba satisfecha con su posición en el mercado de las construcciones navales españolas. Lo probaba la Memoria y Balance de 1925, hecha pública el 29 de mayo de 1926 en junta general ordinaria: «Los astilleros, talleres y material industrial propiedad de la Sociedad representan unos 21 millones de pesetas; el efectivo, valores y fianzas, 16 millones de pesetas, y el total de amortizaciones realizadas hasta 31 de (9) VALDALISO GAGO, J. M.ª: «Entre el mercado y el Estado: la marina mercante y el trasporte marítimo en España en los siglos xix y xx», en Transportes, Servicios y Telecomunicaciones, núm. 1, 2001, p. 62. (10) DÍAZ MORLÁN: Horacio Echevarrieta..., pp. 186-189. (11) DÍAZ MORLÁN: «Evolución de la oligarquía vizcaína, 1872-1936. Un intento de interpretación y síntesis», en Ekomiaz, núm. 54, Tercer cuatrimestre, 2003, p. 22. 2016 421


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