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REVISTA GENERAL DE MARINA 2016

VIVIDO Y CONTADO ger los cuerpos, que la corriente los llevaría a tierra y ellos no perderían su día de trabajo. Al recogerlos a bordo, el páter dirigió una oración por aquellos dos infortunados antes de trasladarlos a tierra en una embarcación de desembarco LCM-1E para entregarlos a alguna autoridad que se hiciera cargo de ellos en la ciudad de Petit-Goâve, donde operaba la Agrupación Hispaniola. La comisión de entrega de aquellos cuerpos, al mando del capitán jurídico Rafael Gutiérrez de la Cámara, contactó con el juez de paz de la ciudad, que se acercó a la playa donde estaba la LCM-1E y sometió a dicho oficial a un exhaustivo interrogatorio. Quería saber las causas de aquellos fallecimientos y no se conformaba con la explicación de que únicamente habían recogido los cuerpos flotando del mar, sin saber nada de las circunstancias de sus muertes. Pasado un buen rato y viendo que de allí no podía sacar más información ni obtener ninguna otra cosa, accedió a llevarse en su vehículo particular los cuerpos de los dos fallecidos. Si me permiten la licencia, le habían pasado literalmente el muerto a otro, nunca mejor dicho. La explicación de aquello parecía clara: dos días antes el buque había aguantado algunos chubascos de viento fuerte que debieron sorprender alejados de la costa a aquellos dos hombres, sin darles tiempo a llegar a tierra con su inestable embarcación. Un más que probable vuelco y la falta de chalecos salvavidas les había costado la vida. Aquellos haitianos arriesgaban sus vidas diariamente saliendo a la mar en pequeñas embarcaciones sin seguridad alguna, confiando en el buen tiempo y en su destreza como marineros para regresar a tierra, y no tenían más remedio que hacerlo así si querían sobrevivir tanto ellos como sus familias. Días más tarde hubo ocasión de comprobar de nuevo que la necesidad de asegurar el sustento estaba por delante de su propia seguridad. La pobreza lleva a asumir riesgos tremendos. No sin mi vaca En la tarde del 28 de marzo, el tiempo empeoró repentinamente durante un par de horas. Los pilotos de los helicópteros que regresaban al LPD Castilla desde el portaaviones italiano Cavour, también en operación de ayuda humanitaria en Haití, informaron de que habían visto numerosos cayucos dirigiéndose a tierra huyendo del mal tiempo. Vino a la mente enseguida lo ocurrido hacía unos días, el hallazgo de los dos ahogados. Poco más tarde, el oficial de guardia avisó de que tenía localizada con la cámara FLIR una embarcación que podía tener problemas, ya que la veía con la borda muy cerca del agua y, aunque el tiempo iba a mejor, podía estar embarcando agua. El buque varió su rumbo hacia la posición de la embarcación, arriando a la vez una RHIB con nadador de rescate a bordo por si era necesaria su intervención. Al llegar a sus 2016 453


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