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BOLETIN INFANTERIA MARINA 26

HISTORIA Coronet. orden de batalla aliado 34 BOLETÍN DE LA INFANTERÍA DE MARINA ésta, a su vez, también le llegaría el turno de repostar en sus portaaviones al cabo de cierto tiempo. En esa “ventana de oportunidad” de relativamente poca cobertura aérea, el mando japonés esperaba poder acentuar de forma decisiva los ataque suicidas contra los transportes de tropas, contando con el agotamiento de los artilleros después de cerca de 36 horas de zafarrancho de combate casi ininterrumpido y a que las piezas, recalentadas de tanto tirar, malfuncionarían. Calculaba poder sostener este ritmo de ataques por lo menos durante diez días. Después, todos los aviones serían considerados kamikazes. Con esas acciones estimaban poder hundir más de 800 buques. Ciertamente era un plan ingenioso, pero complicado y voluntarista —y, por lo tanto, poco práctico—, con un cálculo de hundimientos que sorprende… Como es lógico, era elemental que los norteamericanos escalonaran la cobertura aérea para mantener protegido en todo momento el cielo de las playas y fondeaderos. Aviones no les faltaban. No obstante, sabían por experiencia que los kamikazes, portando bombas lo suficiente grandes, de unos 400 a 500 Kg, o más, podían resultar letales si llegaban a impactar en los buques, lo que mantendría a cierta distancia de la costa a los portaaviones, reduciendo el número de aviones y el tiempo de estancia en zona. Estas acciones se coordinarían con el ataque de los medios navales: una cuarentena de submarinos —algunos armados con los temibles torpedos long lance—, numerosas lanchas torpederas, submarinos de bolsillo, torpedos humanos, buceadores suicidas, etc. Pensaban enviar a los escasos destructores disponibles contra la flota aliada, con el ánimo de luchar hasta el fin, y, aún sin radar o con radares obsoletos, los japoneses eran maestros en el empleo de este tipo de buques. Algunos serían varados en el último momento en las playas de invasión, para ser utilizados como plataformas defensivas hasta ser aniquilados. El objetivo estratégico nipón seguía siendo el mismo que cuando se batían sus hombres en Okinawa: que los invasores sufrieran tantas pérdidas que accedieran a negociar mejores condiciones de paz para la capitulación16. Coronet. dispositivo japonés en isla de Honshu Finalmente, si la flota de invasión no hubiera sido derrotada en Kyushu, en la defensa de Honshu se utilizarían casi exclusivamente unidades del Ejército de Tierra —bien organizadas en defensiva—, porque habrían sido prácticamente aniquiladas las fuerzas navales y las aviaciones de la Armada y del Ejército en ataques suicidas. Si se llegara a perder la 16Los norteamericanos solo aceptaban la rendición incondicional, aunque a última hora pactaron man-tener al emperador Hiro Hito en el trono y no ser sustituido por otro miembro de la familia imperial ni tampoco por otros posibles aspirantes de ramas reales colaterales, a cambio de que Japón capitulara.


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