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EJERCITO TIERRA ESPAÑOL 906

LA GUERRA DE LOS TOYOTA Carlos Javier Frías Sánchez. Teniente coronel. Artillería. DEM 32  REVISTA EJÉRCITO • N. 906 OCTUBRE • 2016 posiciones libias, seguidos a corta distancia por los Toyota, que continuaban disparando a través de los intervalos que dejaban los infantes… al alcanzar las primeras líneas libias, los Toyota cesaron de disparar, y los infantes comenzaron a registrar la base en busca de supervivientes… Si algún vehículo libio llegaba a moverse, se convertía inmediatamente en blanco de las armas pesadas de los Toyota… Pocas horas después, el general Djamous hacía balance de la batalla: 781 soldados libios habían muerto, 82 habían sido apresados; no se molestó en contar los muertos entre los cientos de milicianos chadianos del rebelde Gukuni Uedei, aliado de los libios: entre ellos no hubo prisioneros. En cuanto al material, 92 carros T-55 y T-62 habían sido destruidos y 13 de ellos habían sido capturados; 33 vehículos acorazados de transporte BMP-1 y BTR-70 también fueron destruidos y 29 más capturados, junto con artillería, morteros… ¡Un excelente balance para haber perdido 18 muertos, 54 heridos y sólo tres Toyotas, de su fuerza de 3.000 hombres y 400 pick-ups…! En este punto, el lector podría preguntarse cuál es el interés para el militar profesional español de una batalla ocurrida hace más de treinta años, en un conflicto muy alejado de nuestra Patria… Veamos otra acción: Al amanecer del 13 de enero de 2016, la base de AMISOM (African Union Mission in Somalia) localizada en las afueras del pequeño pueblo de El-Ade, se despertó repentinamente por el sonido de una potente explosión: un coche INTRODUCCIÓN En la madrugada del 2 de enero de 1987, el joven general chadiano Hassan Djamous observaba con sus prismáticos las fortificaciones que protegían los pesados carros de combate T-55 y T-62 del ejército libio, en la base de Fada, al norte del Chad, en pleno desierto del Sáhara. Los centinelas libios, refugiados tras las fortificaciones y campos de minas que protegían la base, no habían detectado a los chadianos: el último informe de inteligencia los situaba a cientos de kilómetros al sur… Apoyado en la cabina de su pick-up Toyota Hilux, que todavía conservaba su pintura civil, hizo un gesto a su artillero, que respondió con una larga ráfaga de su ametralladora KPV de 14,5 mm, dirigida hacia el cielo… Apenas instantes después, desde todos los puntos cardinales, un diluvio de trazadoras dirigido hacia las posiciones libias iluminó la noche. Junto a las de las ametralladoras de 14,5 y 12,7 mm., se distinguían las trayectorias más tensas de la munición de los cañones de 23 mm. Casi inmediatamente, las estelas de los misiles Milan se unieron a la tormenta de fuego, y los primeros carros libios comenzaron a estallar… Los soldados libios, cogidos por sorpresa, no llegaron a reaccionar de forma coherente y apenas algunos disparos esporádicos e imprecisos salían de las posiciones libias. Tras poco más de veinte minutos de fuego sobre las posiciones libias, el general Djamous ordenó avanzar a su infantería. Pequeños grupos de infantes, armados con el omnipresente AK-47 Kalashnikov, se dirigieron hacia las castigadas


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