! ¡ ngresé en la Armada en el otoño de 1978, captado por aquel eslogan publicitario «Muchacho, la Marina te llama», tan de moda en los años setenta del pasado siglo. Yo era un joven de tan sólo dieciséis años procedente de Madrid, quien lo más parecido a un barco que había visto en su vida eran las tristes barquitas que, cargadas de turistas y enamorados, navegaban a diario por el lago del Retiro. Elegí la especialidad de Maniobra porque me atrajo inmediatamente la esencia marinera que desprendía, tan ajena a mi origen y tan evocadora. En la Escuela de Maniobra —por aquel entonces el velero Galatea— aprendí 2 BIP La aventura de un marino I para siempre lo que significaba el compromiso, la disciplina, el sentido del esfuerzo cotidiano y la agradable sensación del resultado consecuente. Estuve un año y estudié mucho, sí, pero aprendí cosas, para mí inimaginables, que me impulsaron hacia una nueva vida en los barcos de la Armada. Tras otro año, ya de cabo, en el destructor Almirante Valdés, en el que salí por primera vez de España, volví de nuevo a la Escuela de Maniobra para realizar el curso de cabo 1.º, otro año de libros y exigencia física, donde esta vez, ya sin los temores del primer año y con la experiencia adquirida en mi embarque de Cabo, disfruté mucho más. Después de aquello, toda una serie de destinos embarcado, empezando por la patrullera de vigilancia de costa PVC- 21 en Palma de Mallorca, un destino de los más deseados al que había podido acceder por mi número de promoción. Allí, a pesar de algún que otro percance, fui feliz vigilando a los “pesquerillos” en la mañana y colaborando en el desarrollo de las regatas Princesa Sofía, que transcurrían una vez al año en la bahía de Palma. Tuve un cambio de base de Palma a Mahón que me supuso conocer otra isla maravillosa y, tras un tiempo, solicité cambio de destino, esta vez a Las Palmas, a otro patrullero más grande, el PVZ-25 Grosa, en el que desarrollé una importante labor de vigilancia en el banco de pesca sahariano, por aquel entonces fuente de conflictos entre el Frente Polisario, España y Marruecos. En aquel destino, conocí con verdadera amargura que la Junta de Clasificación de Suboficiales no había considera
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