Page 29

REVISTA GENERAL DE MARINA NOV 2016

TEMAS GENERALES podrá levantar hasta el fin del mundo, cuando otro ocupa su mesmo lugar, y si éste también cae en el mar, que como a enemigo le aguarda, otro y otro le sucede, sin dar al tiempo de sus muertes: valentía y atrevimiento mayor que se puede hallar en todos los trances de la guerra». En este discurso, Cervantes azuza la secular disputa entre las armas y las letras, en la que don Quijote dirige duras palabras a la artillería, a la que considera culpable del fin de la caballería andante: «Bien hayan aquellos benditos siglos que carecieron de la espantable furia de aquestos endemoniados instrumentos de la artillería, a cuyo inventor tengo para mí que en el infierno se le está dando el premio de su diabólica invención...». Acabado el discurso, comienza la historia de un cautivo que tiene como telón de fondo la lucha de los países aliados contra los turcos. Se trata de un padre que envía al mundo a sus tres hijos para que elijan carrera entre las letras, el comercio y las armas. La vida del que elige esta última profesión semeja a la de Cervantes: en Lepanto, dice, «salté a la galera contraria, la cual desviándose de la que había embestido, estorbó que mis soldados me siguiesen, y así, me hallé solo entre mis enemigos, a quién no pude resistir por ser tantos; en fin me rindieron lleno de heridas». Tanto es así que en la misma aparece un personaje que incluso lleva su segundo apellido: «Sólo libró bien con él un soldado español llamado tal de Saavedra...». Se inicia la Segunda Parte del Quijote con una alegoría abierta al mar, mediante una visita que el cura y el barbero hacen al hidalgo enfermo. Durante la charla que mantienen, se entabla una disputa en la que sale a relucir nuevamente la locura del caballero de la Mancha que, contradiciendo al barbero que cuenta un relato de un perturbado afirmando ser Júpiter, dice encarnar a Neptuno, el padre y dios de todas las aguas. Y cuando la visita se ausenta, asiente no ser la deidad, a la vez que medita sobre lo que fue la caballería andante, de la que ya no quedan miembros como los de antaño: «... ya no hay ninguno que saliendo deste bosque entre en aquella montaña, y desde allí pise una estéril y desierta playa del mar, las más veces proceloso y alterado, y hallando en ella y en su orilla un pequeño batel sin remos, vela, mástil ni jarcia alguna, con intrépido corazón se arroje en él, entregándose a las implacables olas del mar profundo, que ya le suben al cielo y ya le bajan al abismo; y él, puesto el pecho a la incontrastable borrasca, cuando menos se cata, se halla mil y una leguas distante del lugar donde se embarcó, y saltando en tierra remota y no conocida, le suceden cosas dignas de estar escritas, no en pergaminos sino en bronces». En la famosa aventura del barco encantado, cuando llegan al Ebro, don Quijote imagina que una barca vacía es una invitación a socorrer a un caballero que anda en apuros. «Y dando un salto en él, siguiéndole Sancho, cortó el cordel, y el barco se fue apartando poco a poco de la ribera; y cuando Sancho se vio obra de dos varas dentro del río, comenzó a temblar, temiendo su perdición... ». Una vez a bordo, en el transcurso de la aventura, en la que entran en 616 Noviembre


REVISTA GENERAL DE MARINA NOV 2016
To see the actual publication please follow the link above