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REVISTA GENERAL DE MARINA NOV 2016

TEMAS PROFESIONALES En cuanto a su aspecto, las auroras frecuentemente tienen la forma de una cortina de rayos doblada. Durante el atardecer, estos rayos llegan a estirarse y ocupan todo el horizonte. Más adentrada la noche, los arcos de rayos empiezan a retorcerse y ondular como si el viento agitase una cortina de luz. En ocasiones las auroras se expanden para ocupar todo el cielo, moviéndose los rayos de luz rápidamente y de forma muy brillante. ¿Cuál es su origen? El lector se podría preguntar: ¿de dónde proceden estos electrones tan energéticos capaces de producir las auroras? La respuesta se encuentra en la actividad del Sol, que genera una energía gigantesca que acaba llegando a nuestro planeta perturbando su campo magnético y originando las auroras (Parkinson, 1983). Esta actividad solar tiene una componente cíclica relacionada con las manchas solares (regiones activas), que tiene un período de once años (22 si se considera el cambio de polaridad de los campos magnéticos de dichas manchas) y que constituye el Ciclo Solar. A ella se añade una actividad esporádica que produce fenómenos muy intensos en estructuras solares como los agujeros coronales, las manchas ya citadas y los filamentos. Las primeras son regiones oscuras que expulsan al espacio viento solar de gran velocidad. Las manchas solares y los filamentos pueden producir gigantescas tormentas solares (fulguraciones) capaces de generar eyecciones de masa coronal (CME). En ellas, la continua emisión de plasma que constituye el viento solar se intensifica formando inmensas llamaradas que superan la atracción gravitatoria del Sol y se expanden en el espacio. Estas masas de plasma solar viajan por el espacio a velocidades que oscilan entre 300 y 3.000 km/s. Las más rápidas están asociadas a enormes manchas solares activas y energizadas por una gran concentración del campo magnético del Sol, y alcanzan la Tierra en 14-17 horas. Una característica muy importante es que las CME que viajan con más velocidad que el modo más rápido de las ondas del plasma del viento solar forman una onda de choque en el espacio equivalente a la ruptura de la barrera del sonido en la Tierra. Estas ondas de choque aceleran las partículas cargadas que se encuentran en su avance hacia nuestro planeta, y de este modo van creando una tormenta de radiación asociada a las grandes erupciones en el Sol. Cuando las CME impactan contra la magnetosfera de la Tierra perturban la estructura de esta cavidad que protege nuestro planeta y pueden provocar tormentas geomagnéticas. En el caso de la aurora observada el 7 de marzo, el origen fue debido al alcance en el espacio de viento solar lento por otro más rápido generado por un agujero coronal. Este fenómeno dio lugar a una región en el espacio llamada CIR (Co-rotating Interaction Region), caracterizada por la formación de campos magnéticos intensos y la acumulación de plasma con la consiguiente presencia de fuertes 654 Noviembre


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