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REVISTA GENERAL DE MARINA NOV 2016

VIVIDO Y CONTADO sentidos, en lo físico, en lo humano y en lo profesional, y que desempeñaba el cargo de «comandante de marina de la playa de desembarco», como él solía autodenominarse, con plena dedicación y eficacia en su tarea, desviviéndose en la procura del bienestar del personal de su equipo. Hombre de buena cuchara, y magnífico «cocinilla», eludía cuanto podía la alimentación a base de las raciones de campaña, que era el racionamiento más habitual en este tipo de ejercicios; de ahí que siempre insistiese y consiguiese que la habilitación del Mando Anfibio le librase las raciones «a plata» correspondientes, con las que gobernaba la alimentación de su equipo. Aunque malagueño de pro, era un forofo de los productos chiclaneros y siempre «desembarcaba» con un buen acopio de ellos. La tienda de campaña que albergaba a su equipo y que montaba en la playa era una enorme jaima color arena, de la que se decía —por lo bajo— era procedente de algún oscuro y quizás inconfesable —apuntaban que ¿trueque?— habido, allá en la noche de los tiempos, con los «responsables» de algún CB (1) USA. Esta era un foco atrayente de tentación para el resto de sufridos consumidores de las raciones de campaña. Los olorcillos que a media mañana y al anochecer de allí salían hacían que más de uno encaminase distraída pero intencionadamente sus pasos hacia ella, sabiendo, eso sí, de antemano que siempre sería bien recibido —tampoco era raro encontrar al anfitrión metido en «faena» ataviado con mandil y gorro cocinero que más bien parecía un turbante, cual «chef Pachá»—. Estábamos en la fase de ensayo previa a la operación propiamente dicha. El asalto anfibio iba a ser nocturno, muy de madrugada (la hora H estaba fijada a las 04:30). El Escalón de Reconocimiento del equipo de OMP, que incluía el Escalón Avanzado del ENP, desembarcaría, como era preceptivo, con el escalón de asalto de la FD, al que se uniría mediante un transbordo previo para reconocer y preparar la playa, organizarla y apoyar el desembarco y el tránsito del resto de la FD, y reembarcaríamos, también preceptivamente, después de que lo hubiese hecho la totalidad de la Fuerza al terminar el ensayo diario —al anochecer—. Mantener este horario nos iba a suponer un sobreesfuerzo continuado durante esta fase, que estaba previsto durase cinco días, así que recabé y obtuve del jefe de la FD la autorización para poder establecernos y permanecer en tierra durante todo el desarrollo de esta fase; eso sí, nuestra estancia en tierra tendría que ser, necesariamente, en precario. El bueno de Cumpi hizo de tripas corazón por esta vez, pero era preferible hacer dieta de ración de campaña y dormir bajo poncho a tener que juntar el silencio con la diana durante esos cinco días. (1) Construction Battalion —Batallón de Construcciones de la Navy—, «onomatopeyado» como Sea Bee (excúsenme el «palabro»). 678 Noviembre


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