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REVISTA GENERAL DE MARINA DICIEMBRE 2016

RUMBO A LA VIDA MARINA protegerse con el truco de añadir a su blando cuerpo una funda de pequeños trocitos de arena y terminaron por acorazarse fabricando ellos mismos una concha dura, una eficaz armadura, a partir de los carbonatos calcáreos que ingerían con el agua marina. Aprovecho para decir que la concha de los foraminíferos, además de pionera, es la más elaborada, barroca y bella de cuantas existen en la naturaleza. Lo que pasa es que para verlos necesitamos la ayuda del microscopio o, por lo menos, de una buena lupa, con la que cualquiera de nosotros puede observar sus restos en ciertas playas de grano grueso (¿cabe mayor roca sedimentaria que las arenas playeras?) en las que suelen abundar. El observador aprenderá rápidamente a identificarlos porque los foraminíferos presentan su concha dividida en varias cámaras que están separadas por septos que tienen uno o más orificios de interconexión. denominados forámenes, que dan nombre al grupo de estos formidables animales de una sola célula. Las conchas de los nautilus, que ya conocemos, son parecidas a las de los foraminíferos. De ellos heredaron, también por convergencia adaptativa, el formato de la peculiar estructura que inspiró el submarino. Los foraminíferos cuentan actualmente con 10.000 especies vivas, la mayoría marinas, otras pocas de agua dulce y una minoría que vive en terreno firme, aunque con cierta humedad. Estos últimos podrían considerarse los supervivientes del primer desembarco marino, en el que posiblemente actuaron en segunda oleada, la de penetración rápida, porque la primera fue la de las bacterias que, como pronto veremos, fueron los infiltrados de Operaciones Especiales con la misión de reconocer el terreno y tomar las posiciones ventajosas para asegurar las siguientes oleadas, preparando el terreno para facilitar el asentamiento de las plantas. Los foraminíferos, cuyos primeros fósiles datan del Precámbrico, cuentan también con más de 40.000 especies extinguidas, constituyendo la mayor masa animal que haya existido. Se conocen fondos marinos de varios kilómetros de espesor que son sedimentos de este tipo de fósiles, muchos de ellos convertidos en rocas calizas tan próximas a nosotros como son las de las pirámides de Egipto, que están construidas en su totalidad con rocas foraminíferas. En España son muy frecuentes en yacimientos del interior, que antes estuvieron sumergidos en la mar. En los Pirineos abundan. Debemos ser conscientes de que el invento de la concha también fue una bendición para la ciencia porque los cadáveres de los animales antiguos que habían quedado aprisionados en los estratos sufrieron la lógica putrefacción de sus partes blandas (piel, carne, etc.), perdurando en sus fósiles solo las partes duras, conchas, capas calcáreas y huesos. Por eso se dice que los foraminíferos, caracoles, bivalvos, calamares acorazados, nautilus, braquiópodos, equinodermos, etc., fosilizan muy bien gracias a sus conchas. A contrario sensu, otros animales y plantas fosilizaron mal o no fosilizaron, con lo que el llamado «registro fósil» resulta ser incompleto aunque suficiente —qué le vamos a hacer— para documentar los principios de la Paleontología. La 834 Diciembre


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