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REVISTA GENERAL DE MARINA DICIEMBRE 2016

RUMBO A LA VIDA MARINA misma esencia. Por eso, los bichos que respiran aire son los hijos pródigos que un día salieron de la mar con el disfraz de peces pulmonados, y algunos regresaron a casa muchos millones de años después de haberse curtido en los avatares de lo seco, pero, a pesar de sus conquistas evolutivas, que son muchas, una ballena azul, que es el animal más grande y poderoso que existe, no deja de ser un aprendiz de sardina. Seducidos por un falso sentido epopéyico de la evolución, y abducidos por la magia del tamaño corporal —parece que lo pequeño ni existe ni sirve para nada—, solemos resumir la conquista de la tierra por parte de los animales marinos con el sonsonete de que un pez Crosopterigio del género Eusthenopteron consiguió transformar su aparato branquial en otro pulmonar, y que de este apaño, imprescindible para vivir en lo seco, surgió el anfibio y después el reptil, y así sucesivamente hasta llegar al hombre. Evidentemente esta historia, que por esquemática casi se queda en chascarrillo, es incompleta, porque la llegada a tierra de los vertebrados (insisto, «los vertebrados») no fue nada más que la última oleada de fuerzas dentro de la gran operación de desembarco porque, si bien es verdad que la mar puso un anfibio en tierra, ¡chapó!, más verdad es que ese anfibio tenía que comer y beber si quería seguir ostentando, per in secula seculorum, el título de ancestro de todos los vertebrados que hubieren en tierra. La conclusión es sencilla: la gesta del desembarco marino no pudo limitarse a un solo protagonista, sino que antes de haber llegado el primer anfibio a tierra tenían que haber desembarcado otros seres que preparasen el terreno y creasen la base de la primera pirámide alimenticia terrestre con la que procurar alimento a las sucesivas oleadas de animales marinos, y que pudiesen conquistar lo seco con garantías de éxito. Y, ojo, no olvidemos que una operación como esta, de tal calibre, duró cientos de millones de años. Por eso, la crónica que se refiere a las hazañas del afamado Eusthenopteron sp. quedaría mejor redactada siguiendo aquel comentario de la prensa local de Galicia: «Al señor alcalde le precedieron los gigantes y cabezudos con sus charangas, y a estos últimos, gaiteiros del país». Eso sí, sin prisas y con muchas pausas. El esquema táctico bien pudo ser así: Antecedentes: los primeros fósiles de microbios que se han encontrado son los estromatolitos descubiertos en Australia, de hace 3.500 millones de años, pero a nosotros nos interesan más los estromatolitos datados 1.000 millones de años después, que provienen de todos los mares y contienen cianobacterias y otros microorganismos capaces de realizar la función clorofílica. Eso nos suena ya, ¿verdad? En paralelo, hace ahora 1.000 millones de años, en el Precámbrico los cauces de agua dulce estaban ya habitados por sencillas algas uni y pluricelulares que se habían trasvasado desde la mar. Pero nosotros sabemos que en todo plan de desembarco lo primordial es localizar el lugar más adecuado para llevarlo a cabo y, en principio, habían dos zonas que pare- 836 Diciembre


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