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rá ser explicado e incluso deberemos intentar «venderlo» hasta que estemos seguros de que es asumido por los afectados dentro de la organización y por el conjunto de ciudadanos. De otra forma el éxito no estará asegurado. Mientras permanecen, desde luego, elementos de un liderazgo efectivo, tales como el valor o la capacidad de decidir, que son indispensables en cualquier campo de batalla, el estilo ideal del liderazgo militar cambia de acuerdo con la cultura en la que se vive. John Keegan hace de esto una verdad sin paliativos en su brillante exposición sobre los diferentes estilos de liderazgo en su libro The Mask of Command, desde el «heroico liderazgo» de Alejandro Magno al «postheroico liderazgo» de las Fuerzas Armadas actuales en un mundo lleno de múltiples actores e incertidumbres estratégicas. El estudio de Keegan demuestra que sería absurdo copiar el estilo de liderazgo de aquellos que han mandado los ejércitos de siglos pasados por muchas victorias que hubiesen obtenido en el ejercicio de ese liderazgo. La caída de la Unión Soviética, la participación en misiones alejadas del territorio nacional, el terrorismo global, etcétera, son ejemplos significativos de acontecimientos en el campo internacional. También los acontecimientos «domésticos» han tenido un profundo impacto en los ejércitos nacionales, y entre los más obvios están la «revolución de valores» en las sociedades occidentales, la drástica reducción en los presupuestos de defensa, la burocratización de las estructuras militares, el «carrerismo » derivado de una aplicación confusa de los principios de mérito y capacidad, etcétera. Cambios que algunos observaotro tipo. La gente busca ahora con ahínco principios y valores éticos a los que agarrarse y que den sentido a su vida en unos tiempos de incertidumbre respecto a las referencias morales. Valores morales que son, que deben ser también, mucho más profundos y más significativos para nuestras vidas que cualquier tipo de promesa escrita en los estatutos de una institución o verbalizada en un discurso. Y este es un cambio trascendente. Parte de este cambio lo podemos ver todos los días en nuestras propias casas en el ámbito de las comunicaciones y cómo sus nuevos desarrollos han modificado las relaciones humanas. Nos estamos moviendo, principalmente las generaciones jóvenes, bajo la enorme influencia de la televisión, Internet y las redes sociales. A pesar de la cada vez mayor oferta en prensa, radio y televisión, sus contenidos y propuestas nos vienen dados desde afuera y pecan frecuentemente de superficialidad. Podemos aceptarlos o, como alternativa, «desconectar». Las redes sociales e Internet son muy diferentes. Uno mismo está al frente. Uno mismo crea su propio mundo y esto le hace sentirse más libre y autónomo, supuestamente menos influenciable. Y eso se multiplica de manera exponencial y va a impactar profundamente en nuestro estilo de vida. Y nosotros, como líderes militares, tenemos que tomar buena nota de todos estos cambios porque van a afectar profundamente a nuestra Institución militar. A partir de ahora vamos a tener que explicar lo que hacemos con más persistencia. Tanto por la demanda de mayor transparencia y rendición de cuentas, como por la necesidad de evitar errores de percepción. Y es que en nuestra sociedad, la percepción se ha convertido en algo más importante que la realidad. Cualquier asunto que se decida y afecte al conjunto o a una parte de la Institución, debe- Febrero 2017 Revista Española de Defensa 17 Pepe Díaz


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