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EJERCITO DE TIERRA ESPAÑOL 910

Seguridad y Defensa REVISTA EJÉRCITO • N. 910 ENERO/FEBRERO • 2017  23  comienzo en 1985, con la búsqueda de la tecnología necesaria para el enriquecimiento de uranio, mineral del que Irán disponía de algunos yacimientos, mientras se realizaban importaciones desde Sudáfrica. En los años siguientes Irán recibió materiales e información para el diseño de centrifugadoras, probablemente a través de la Red Khan, y consiguió dominar este tipo de procesos ya en el año 2002. El desusado interés de Irán por dotarse de infraestructura para enriquecimiento de uranio tenía una difícil justificación si solo se atendía a las necesidades de combustible de sus tres reactores nucleares, situados en Bushehr y en Teherán, junto a otro en construcción y moderado por agua pesada, denominado IR-40, en la localidad de Arak. Este último también levantó las sospechas de la comunidad internacional, ya que los reactores de este tipo exhiben un gran rendimiento en la producción de plutonio. Precisamente a partir de 2002, el programa nuclear experimentó un enorme avance con la construcción de las instalaciones de Natanz, dedicadas al enriquecimiento de uranio. Todos estos hitos fueron suficiente motivo para que el OIEA publicase, el 18 de septiembre de 2004, un documento en el que mostraba su preocupación por las actividades de enriquecimiento y reprocesamiento de Irán y por su interés en construir un reactor nuclear moderado por agua pesada, mientras apremiaba al mismo tiempo al Gobierno a detener estas actividades. Es en este momento en el que surge un amplio esfuerzo negociador, impulsado principalmente por la Unión Europea, y se crea el grupo EU-3, con Alemania, Francia y Gran Bretaña, para negociar con Irán la detención de las actividades de enriquecimiento y reprocesamiento de combustible. Se firma a tal fin el 15 de noviembre de 2004, con el apoyo del alto representante de la Unión Europea, el Acuerdo de París que, sin embargo, fue interpretado por Irán como de carácter temporal. El acuerdo fue aparentemente respetado durante algunos años y en 2005 el líder supremo, el ayatolá Ali Jamenei, emitió una fetua o decreto religioso sobre la manera de proceder respecto a las armas nucleares en la que se exponía que la producción, el almacenamiento y el empleo de armas nucleares estaban prohibidos en el islam y que, en consecuencia, Irán nunca poseería este tipo de armas. También el presidente Ahmadinejad, en su discurso de investidura el 6 de agosto de 2005, declaró que Irán estaba en contra de las armas de destrucción masiva y que las actividades nucleares de Irán eran de carácter pacífico. A pesar de esto, en 2009 Irán declaró que estaba construyendo otras instalaciones para enriquecimiento de uranio en Fordow, al norte de Natanz. Tras una serie de llamadas por parte del OIEA para la cooperación del Gobierno iraní, el tema fue finalmente derivado al Consejo de Seguridad de la ONU, que llegó a adoptar hasta seis resoluciones entre 2006 y 2009 con el fin de intentar obtener una solución para este asunto. Irán hizo caso omiso de las advertencias y resultó además inmune a las sanciones, tanto en el plano político interno, donde el régimen teocrático se mantuvo inalterable, como en el plano político exterior, donde la influencia iraní incluso aumentó en la región debido a la progresiva retirada de El ayatolá Ali Jamenei, mediante decreto religioso prohibió las armas nucleares en Irán en el 2005


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