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REVISTA ESPAÑOLA DE DEFENSA 337

Un «éxito inmediato» no significa que la estrategia se pueda seguir empleando Marzo 2017 Revista Española de Defensa 51 Hélène Gicquel para lanzar las principales ofensivas terrestres que permitieron, por ejemplo, la toma de Mosul, no estaba en mi pantalla de radar de inteligencia». Tampoco los analistas de inteligencia —se quejaba Obama— serían capaces de predecir la recuperación de Alepo, y por parte de las fuerzas leales Bashar al-Assad, con el apoyo de Rusia y de Hizbullah, a finales de 2016. Lo cierto es que, pese a los fallos de inteligencia, se puede afirmar que el principal problema fue de liderazgo, tanto político, al no medir las consecuencias de las decisiones precipitadas, como militar, a la hora de definir claramente la misión, evaluar las estrategias propias y del adversario y determinar las herramientas más adecuadas. GUERRAS O TODO LO CONTRARIO En el escenario de Oriente Próximo se han producido situaciones ambiguas que forman parte de esa «zona gris» entre la paz y la guerra, entre el simple conflicto social y las batallas clásicas. Además, las batallas de guerras como la del Líbano de 2006 o las más recientes de Libia, Yemen o Siria, se en centran la ocupación y mantenimiento de las ciudades, y el control, que no dominio, del terreno, especialmente de las comunicaciones. Los nuevos conflictos no son más que réplicas «postmodernas» de las guerras civiles previas a la Segunda Guerra Mundial, especialmente la española, donde ya se producía el enfrentamiento a todos los niveles. Existen malentendidos que provocan una percepción defectuosa de un conflicto contemporáneo. Por un lado, las expectativas políticas y de la opinión pública son de una victoria rápida y a bajo coste; además, hay un cierto simplismo sobre lo que se puede lograr con el empleo exclusivo del poder militar, y sobre todo, una percepción ingenua de los adversarios y del contexto del conflicto. Hoffman defiende que se deben evitar clasificaciones muy definidas y sustituirlas por un espectro de conflictos con límites difusos. Lo más cómodo para el planeamiento militar es definir un conflicto de forma que sean de aplicación las estrategias y métodos previamente empleados. Así, si se define un conflicto como «insurgente», permite aplicar las estrategias COIN (de contrainsurgencia) previamente diseñadas y entrenadas. Pero la realidad no es de guerra o paz, sino que existe una zona entre ambas, un auténtico espectro de zonas grises entre el blanco y el negro. El Daesh, como anteriormente hiciera el ISIL, se han aprovechado de la tendencia estadounidense a definir estos paradigmas y de las brechas institucionales que generan. Por un lado, el Daesh cuenta con un auténtico ejército capaz de librar batallas, conquistar ciudades como Mosul y mantenerlas durante largos periodos de tiempo. Por otro, cuando pierde el control territorial se «diluye» en sus «santuarios» o se sumerge bajo tierra a la espera de mejores condiciones, mientras mantiene una estrategia subversiva dentro y fuera de su espacio vital, Siria-Irak. Además, desarrolla en todo momento, pero especialmente en los periodos más desfavorables, una autentica estrategia terrorista en el corazón de los que consideran sus auténticos enemigos, Estados Unidos y Occidente.


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